Relato. Quiero ver a Paco

Después de ver los estupendos relatos de los compañeros, me ha picado el gusanillo de volver a escribir para algo que no sean mis clientes y quiero contribuir con el mío, espero que os entretenga.

No podía esperar a llegar a casa para abrir el paquete, sabía lo que contenía, pero un paquete siempre es una sorpresa. Así que cogí la navaja y rompí el precinto, en un rollo de papel burbuja estaban ellos. Un grupo de Seiko con máquina manual de los años sesenta. Parados hace muchos años, olvidados en cajones, heredados y vueltos a heredar hasta que acabaron en las manos de un chatarrero que decidió venderlos.

De entre todos uno sobreviviría o al menos esa era mi intención, de las almas de varios relojes sacar uno que acabará en la caja haciendo compañía al resto de relojes y de vez en cuando acompañándome a mí. Pero sobre todo buscaba entretenerme y así fue, tras unos meses de montar y desmontar, de pulir, de abrillantar, de cepillar fui separando piezas para llegar al resultado final, brillante, reluciente y destinado a quedarse atado a una almohadilla durante mucho tiempo…

Pasaba por delante de él y lo miraba pero no me lo ponía, hasta que una mañana como un susurro una palabra llegó a mi oído: “oye”

No podía ser, no había nadie más en la habitación, solo los relojes… El sonido parecía provenir de la caja. Me acerqué un poco más -Soy yo-

Yo ¿quién? ahora resulta que me hablan los relojes. Al final va a tener razón mi mujer, esto se me va de las manos, pero estaba claro era ese viejo Seiko de los años sesenta, el dorado que tantas ganas tenía de terminar y que una vez finalizado pasó a formar parte de la “colección” sin ser usado excepto en un par de ocasiones.

-Quiero salir- Otra vez esa voz, no cabía duda, era él. Me estaba hablando, acerqué más la oreja.

-Paco me sacaba todos los días, me llevaba con él al trabajo- Esto era increíble ese reloj hablaba, bueno no como lo entendemos nosotros, era como una especie de voz pero estaba dentro de mi. No, no puede ser, oigo voces.

-No son voces, soy yo y quiero salir de esta caja, como cuando vivía Paco. Él me llevaba a su trabajo- Bueno estaba claro lo mio era de psiquiatra de guardia.

-Estar en una caja no está mal pero quiero ver a Paco- Volvió a hablar dentro de mi cabeza.

No me quedó más remedio, tenía que preguntarle. ¿Quién era Paro?

-La persona que me llevaba en su muñeca- Toma así de claro. - Paco era revisor en la estación de metro de Chamberí, hasta que me caí y me paré… Ya no me acuerdo de más-.

Bueno yo te he sacado un par de veces. -Si claro, a comprar el pan y luego a la caja- No tiene pelos en la lengua el reloj desde luego.

Ya pero es que tengo unos cuantos relojes y… - Excusas, he visto como te pones esos relojes enormes más de una vez a la semana, abres la caja y me digo esta vez me coje a mí… Pero nada-

Es que eres un poco pequeño para lo que se lleva ahora y a mi me gustan mucho los relojes de buceo. -Debe ser que buceas mucho sentado en tu oficina- Qué carácter tiene el cacharro, se nota que los años no pasan en balde.

Ya, si, bueno, no buceo pero lo haré algún día, anda ven que hoy te saco todo el día.

-Pero yo quiero ver a Paco y volver donde él trabajaba-. No se puede negar que tiene las cosas bien claras.

Es que es imposible que localice a Paco. -Pues yo te lo he dicho bien claro, trabaja en la estación de metro de Chamberí de la línea 1. Es revisor-.

Está bien, buscaré la estación, pero es muy posible que Paco ya no trabaje allí. Estamos en el año 2013, han cambiado muchas cosas.

-Nada pues me dejas en la caja, te cojes uno de esos mostrencos enormes y te vas a “bucear”- Encima con tonito y todo.

Que no hombre que no, es sábado y hoy no trabajo, te vienes en el metro y nos vamos a la estación. -Eso está hecho, además te voy a recomendar un bar al lado de la estación donde desayunaba Paco, menudos churros hacían o eso decía él-.

Dicho y hecho, me puse el reloj y me encaminé al metro y al llegar al andén me puse a mirar el plano buscando al estación de Chamberí en la línea 1 tal como me había dicho el reloj, pero allí no había ninguna estación con ese nombre.

Volví al vestíbulo y le pregunté a la taquillera, una mujer mayor de cara amable. ¿Perdone la estación de chamberí?

-Llegas casi 50 años tarde hijo- Me dijo con una sonrisa.

¿Cómo cincuenta años tarde?. Dije con cara de sorpresa.

-Sí, la cerraron a mediados de los sesenta, porque no pudieron adaptarla a los nuevos trenes y además Iglesia estaba muy cerca-.

Vaya, dije, entonces me voy de vuelta a casa. Una pena, seguro que el cascarrabias de mi muñeca me lo va a estar recordando todos los días

-No hombre, pero aún puedes visitarla, ahora es un museo y además abre los sábados. Te vas hasta Iglesia y luego bajas andando por Santa Engracia, está en la plaza de Chamberí. La entrada es gratis-.

Muchas gracias le dije, ha sido usted muy amable. Bajé al andén y una media hora estaba delante de la entrada de “Anden 0” o el Centro de Interpretación del Metro de Madrid que es como llaman ahora a la vieja estación de Chamberí. Bajé al vestíbulo y tras un moderno mostrador se escondía un lugar parado en el tiempo, parado desde el 21 de mayo de 1966 el día en que se cerró la estación.

Todo estaba igual que aquel día la cabina de venta de billetes, la entrada, los pasillos… Un calor me empezó a subir desde la muñeca, era el reloj y se estaba emocionando. Evidentemente Paco ya no estaba allí, pero el reloj, esa pequeña máquina recordaba todos los rincones donde había estado con Paco eso era seguro. Así que recorrimos juntos la estación y él me fué contando anécdotas vividas desde la muñeca de Paco

El cartel de avisos, donde publicaban las tarifas

Los pasillos de la estación, menudas carreras se pegó paco detrás de algún listo que intentó colarse.

El andén, donde paco cogía el Metro para volver a casa.

-Paco miraba ese cartel tooodos los días- Me susurró el reloj.

-Pero siempre me decía, para mí tú eres el mejor.- Noté como el calor era más intenso en mi muñeca, era el momento de volver a casa.

La visita llegaba a su fin, y justo antes de subir la escaleras del andén, noté como una mano cálida se apoyaba en mi espalda. Me dí la vuelta pero allí no había nadie, habrá sido una sensación mía pensé. Pero por si acaso, antes de salir, le dejé a Paco su reloj donde él lo miraba todas la mañanas mientras revisaba los billetes de los viajeros.

Otro gran relato, gracias Rubén !!!

Otro màs … Muy bueno… A est ritmo lo del libro de relatos cortos puede ir muy pero muy en serio

Muy chulo el relato, y muy entrañables las fotos.

Muy bueno, y muy nuestro.

magnifico y atrapante el relato!!! excelente!!

Muy bueno, me ha gustado mucho. La verdad es que estos relatos me saben a poco.

Supongo que ya se habrá comentado, pero si la gente sigue escribiendo relatos estaría bien agruparlos todos en un subforo para que no se pierdan. De todas formas yo ya los tengo guardados en favoritos.

Buen relato, compañero, y además “ambientado” con fotos. Enhorabuena.

¿Otro relato? ¿Cuántos van ya? No sé si los he leído todos. Lo mejor de mi relato ha sido que os habéis animado, jeje.

Por cierto, me han gustado los que leído, aunque no haya participado en todos los hilos.

Buenísimo y emotivo relato, Rubén… y además ilustrado. Muy trabajado compañero. Me ha gustado mucho :slight_smile:

Muchas gracias por los comentarios compañeros, me alegro mucho de que os haya gustado. La verdad es que ese primer relato ha disparado una actividad muy interesante en el foro

Muy bueno :):):slight_smile:

Muy bueno, gracias compañero… :wink:

Conmovedor:beauty:;me ha llegado al alma. ¿será porque soy interventor en el metro…?

Muy grande Ruben…

Excelente, esto va tomando cuerpo.:stuck_out_tongue:

Saludos.

Me ha gustado mucho Ruben y encima ilustrado :wao: enhorabuena

Gracias por los comentarios compañeros

Me ha gustado mucho. Muchas gracias

Muy chulo Ruben y la pieza bien merecido tiene ese relato.