Esta tarde me fui al Salón de la Inmersión de Cornellá. Una feria de tres días que se hace en esta localidad cercana a Barcelona, y donde cada año se reunen todos los aficionados al buceo para ver novedades y (como yo) a sus amigos.
Me fui para alli acompañado de mi Seiko Samurai, el reloj de buceo más bonito que tengo, aunque en realidad no se moje mucho (aún no lo he bajado nunca), porque los que acompañan a mis ordenadores a los abismos son los relojes que llevan profundímetro.
Pero es precioso…
Primero hemos visto un stand donde había una representación de los buzos tradicionales (los de casco).
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Y luego, una foto junto a un buceador técnico moderno.
Pero el motivo de este hilo no es enseñaros el Salón de la Inmersión, sino lo que he hecho inmediatamente después.
Una de las actividades de este Salón era una visita comentada a la cámara hiperbárica de CRIS-UTH que hay en el hospital Moisés Broggi de Sant Joan Despí, y que incluía una inmersión “en seco”.
Supongo que sabreis lo que es una cámara hiperbárica.
Es un recinto cerrado que puede mantener en su interior una presión ambiental elevada. Al aumentar la presión y respirar aire ambiente, se puede obtener un efecto beneficioso para algunas enfermedades. Si además, dentro de la cámara se respira oxígeno a alta concentración, se logra que penetre por todo el organismo y tenga un efecto curativo en enfermedades que se originan por falta de oxígeno en los tejidos.
Voy a ir poniendo fotos, intercaladas con el texto, para que no se haga muy pesado.
Aquí, una vista exterior de la cámara hiperbárica.
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El diámetro de esta cámara es casi como el de un avión de tamaño medio.
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El Samurai ha querido ver enseguida su interior.
Como ya he dicho antes, en esta instalación no sólo se tratan buceadores que han sufrido un accidente de descompresión (es una ínfima parte del uso), sino urgencias con personas que han sufrido una intoxicación por monóxido de carbono.
Pero el oxígeno hiperbárico puede ser también muy eficaz también en las personas que sufren enfermedades que de forma directa o indirecta causan falta de aporte o de utilización del oxígeno en los tejidos (como radionecrosis, llagas de los pies de los diabéticos, las obstrucciones de la circulación de la retina o infecciones crónicas del hueso), ya que se consigue una concentración de oxigeno hasta 23 veces mas alta que en condiciones normales.
Los pacientes llevan estas campanas de oxigenoterapia (en las que se respira oxígeno al 100%) para que el tratamiento sea lo más eficaz posible.
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La cámara tiene una longitud de 9 metros, y una capacidad máxima de 18 personas.
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Hay una cámara intermedia para que el personal sanitario (que siempre está de asistencia en el interior) pueda entrar o salir de la cámara en caso de necesidad, sin que el tratamiento se vea afectado ni interrumpido por la presión ambiental.
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Los pacientes pueden estar sentados en unas cómodas butacas. Encima de la tercera butaca por la izquierda se ve una pantalla de video. Hay cuatro como esas, distribuidas por las paredes, y en ellas se reproducen películas, ya que los tratamientos suelen durar entre una y dos horas cada sesión.
Los dos tubos que cuelgan encima de cada asiento son los que se conectan a la válvula de entrada y salida del oxígeno de la campana respiratoria que hemos visto antes.
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Dentro no se podía tener ningún aparato electrónico, por lo que no pude entrar la cámara; pero antes de encerrarnos, le hice una foto al Samurai mientras estaba sentado como lo haría luego, en la inmersión en seco.
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Una vista general de la cámara hiperbárica, en la que se ven casi todas las butacas disponibles. Al fondo se ve la entrada a la cámara intermedia, para que se pueda entrar y salir (en caso de necesidad) sin interrumpir el tratamiento.
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Antes de empezar la experiencia de la inmersión en seco, nos enseñaron todas las tripas del aparato. Aqui se puede ver que es un gran cilindro de acero, con algún ojo de buey para ver su interior, aunque está completamente monitorizado por cámaras de vídeo.
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Otra visión exterior, con la parte donde muchos centros de buceo han dejado sus pegatinas.
Un servidor, posando para la posteridad, con el Samurai luciendo su albinismo.
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Este es el centro de control de la cámara hiperbárica. Podeis ver los monitores donde se visualizan las cuatro cámaras interiores. Y ese gran manómetro de la izquierda, que marca la presión interior que se alcanza en la cámara. Podeis ver que llega hasta 5 (atmósferas), el equivalente a 50 metros de profundidad. Los últimos 10 metros (hasta las 6 atmósferas) ya es zona de riesgo.
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Nosotros “bajamos” hasta el 2 (el equivalente a 20 metros).
Debajo de la cámara estan los depósitos del aire que genera el aumento de presión interior (esos grandes tanques azules). Todo está por duplicado, para evitar riesgos e interrupciones del servicio.
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Aquí, atentos a las explicaciones. Por ese gran tubo circula aire proviniente de la cámara. El oxígeno viene de unos tanques independientes.
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Estos son los gigantescos compresores (también por duplicado), que comprimen el aire, permitiendo asi alcanzar esas elevadas presiones que permiten realizar los tratamientos.
Como ya he dicho, cuando hicimos la inmersión “en seco”, no nos permitieron hacer fotos, o sea que esta es la última foto que pongo del interior de la cámara, antes de encerrarnos.
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La prueba nos bajó al equivalente a 20 metros. Es curioso como tienes que compensar los oídos muchas más veces que cuando bajas en el agua. Aunque al ser compensaciones más suaves, puedes hacerlo sin practicar la maniobra de Vasalva (en la que soplas por la nariz, manteniéndola tapada con los dedos). Sencillamente tragando saliva, o abriendo las mandíbulas podía compensar; aunque hay personas que les cuesta algo más.
Otra curiosidad es que, al aumentar la presión, por una ley física también aumenta la temperatura. Cuando la presión interior era 2 atmósferas superior a la exterior, la temperatura interior de la cámara había subido 6 grados respecto a la inicial. Al disminuir la presión (al “subir”) ocurrió el efecto inverso.
También hay otra cosa muy curiosa. Al aumentar la densidad del aire, por el aumento de presión, la voz te cambia, y hablas un poco como el Pato Donald. Nosotros hemos respirado aire durante la experiencia. El efecto es mucho más exagerado cuando la cámara hiperbárica la llenan de helio y oxígeno, en las descompresiones de buceadores de saturación, como los de estas plataformas petrolíferas del Mar del Norte.
Pues cuando hemos llegado a los 20 metros (hemos tardado en hacerlo, pues el descenso ha sido muy lento), nos han dado una sorpresa. A través de una compuerta especial, que utilizan para introducir medicamentos y otras cosas durante los tratamientos, nos han entrado ¡dos botellas de cava!, que nos hemos bebido alli dentro.
La presión también ha hecho que fuese mucho más fácil abrir el corcho de la botella. Y el cava tenía muchas menos burbujas. Ah, y otra cosa. A esa presión, es imposible silbar. Soplas, pero no produces ningún sonido, también por el aumento de densidad del aire.
Bueno, después de estar unos minutos a máxima presión, hemos empezado una lenta subida (en la que la temperatura ha disminuido, aunque no hemos pasado frío), e incluso hemos hecho una parada de descompresión a 3 metros, durante los que hemos estado sin variar la presión interior de la cámara.
Hemos salido muy contentos.
Os enseño una última demostración. Aquí me veis con dos globos, que hemos metido con nosotros en la cámara. Los dos han entrado como el de arriba. Al aumentar la presión, el volumen se ha reducido en más de la mitad. No os puedo enseñar foto de eso, pero para que veais la diferencia, el globo de abajo lo hemos inflado cuando estábamos a 20 metros, hasta que ha alcanzado el volumen que tenía en el exterior. Al volver a la superficie, su volumen ha aumentado más de la mitad. El de arriba está tal como entró; pero fijaos lo que se ha hinchado el otro.
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Y para acabar, os enseño el pasado. Esta es una cámara de descompresión individual, como se usaba hace muchos años (ahora ya no se utilizan).
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Introducían al buceador accidentado alli dentro, cerraban la compuerta y presurizaban su interior. Y poco a poco, le hacían las tablas correspondientes para intentar recuperarlo.
Además de la claustrofobia que debía dar estar encerrado alli dentro, un aparato asi impedía completamente que se produjese ninguna asistencia desde el exterior, dado que no se podía abrir y descomprimir súbitamente. Si le ocurría algo al accidentado, no se podía más que esperar a acabar el tratamiento. Un simple vómito o unas convulsiones (no infrecuentes en los tratamientos con oxígeno), podían tener consecuencias fatales.
Fiajos el tamaño de la cámara, comparado conmigo. Yo cabría justito.
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Bueno, espero que os haya gustado esta “inmersión en seco”.
Por si os interesa profundizar en el tema, aquí teneis un documento donde se explican muchos detalles sobre como funciona y para que sirve una cámara hiperbárica.
FAQ Cámara hiperbárica
Y aquí está el enlace a la página de la Unidad de Tratamiento Hiperbárico.
www.cris-uth.cat/home_es.html
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