O la extraordinaria pero verídica historia del reloj que volvió de entre los muertos.
Este que os enseño es un viejo amigo, un Seiko Moonphase Sports 100 (7A48) de cuarzo, cronógrafo y fase lunar.
Fue adquirido en Andorra a mediados de los 80 por (creo recordar) unas 52.000 pesetas. Bastante mas barato de su precio oficial en España por entonces.
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Teniendo en cuenta la inflación y demás, era un reloj que a día de hoy estaría en unos equivalentes 900 o 1000 euros.
Durante años y años lo usé diariamente, solo siendo sustituido por el Citizen Aqualand para mis incursiones submarinas (ya hablaremos de eso).
El caso es que con los años, hablamos de décadas, fue siendo relegado hasta que acabó de alguna forma en el fondo de un cajón, semi olvidado en plan “él nunca lo haría” y sucedió lo inevitable: sulfatación.
Cuando lo reencontré los daños eran tantos que fue imposible un arreglo, reloj antiguo, descatalogado, no hay recambios… Pasó a engrosar esa caja infame donde reposan los restos de unos amigos queridos que nunca volverían a dar la hora.
Pero nunca los abandono del todo y esporádicamente “apatrullo” Internet en busca de rarezas hasta que, hace un mes y contra toda esperanza, localicé un movimiento nuevo en una relojería en Francia. Con envío, unos 109 euros y no lo dudé, fui a por ello.
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Lo siguiente fue entrar en contacto con el servicio técnico de Seiko en Palma. El trato exquisito y aceptaron sin pegas el material que yo les aportaba, comprobaron que la maquinaria nueva funcionaba e hicieron una operación “a corazón abierto”, cambio de juntas, control de estanqueidad y puesta a punto en general impresionante por apenas 50 euros.
El resultado es un amigo que regresó de la tumba mas en forma que nunca y que ahora vuelvo a disfrutar, el doble si cabe, porque pienso que he cumplido una especie de obligación hacia él.