Creo que siempre que se aborda este tema del precio y el valor en el mundo de los relojes se debería tener en cuenta que los relojes son el hermano pequeño del arte. Los precios de la pintura, sobre todo de la moderna, no se explican si no se tiene en cuenta que es uno de los destinos del dinero, ya sea como depósito o incluso como inversión.
Me explico un poco: ante los excesos de dinero en efectivo, acaba siendo necesario comprar algo, para que no todo esté en metálico. Ese algo tiene que ser relativamente reconocido, relativamente escaso y con un precio relativamente manipulable, para tratar de dejar a un lado a los sabuesos de hacienda. Los cuadros de pintores modernos han sido desde hace muchas décadas, el destino de buena parte de ese dinero, pero cuando ese mercado se disparó, muchos (o algunos) de los fondos que se destinaban a cuadros empezaron a destinarse a relojes vintage, que en cierta manera compartían algunas de esas características, y no requerían la acumulación de centenas de miles o incluso de millones de dólares o euros para hacer una operación.
Ese es uno de los motivos de que los relojes vintage de categoría inversión se hayan disparado de precio; que vayan a mantener esos niveles dependerá de que los interesados sigan interesados en utilizar los relojes como depósito de valor.
Y en cuanto a los relojes modernos, creo que la situación es algo similar, por otro motivo. Más que como reserva de valor (aunque algunos relojes actuales serán los vintages preciados del futuro), los relojes están sirviendo como escape para la avalancha de dinero que se ha creado en los últimos diez años. Dinero que no llega a las clases populares, pero que circula por las elites a todo trapo. Así se explican entradas de gallinero a más de 3000 dólares para ver la pamema del Mayweather con el irlandés, los precios de determinados Rolex, Omegas y demás, y tantas y tantas otras cosas.
Evidentemente, Rolex, Omega y cualquier otra marca de relojes, podrían fabricar muchas más unidades de las que fabrican, pero eso devaluaría su rareza, por lo que se esfuerzan en generar escasez entre sus modelos más preciados. Si tienen suerte, esa escasez es real, y venden a precio oficial casi todo. Si no tienen tanta suerte, esa escasez será ficticia, y algo tendrán que hacer con los relojes que sobran. Mercado gris, o apisonadora.
Al final, el mecanismo del precio, en términos generales, es relativamente sencillo: a precio barato, lo sencillo en vender, y lo complicado fabricar. Por otra parte, fabricar caro es relativamente sencillo, pero en ese caso lo difícil será vender. Si por cualquier motivo (un marketing brillante o un pasado espléndido) se puede vender a precios caros, alardear de que el 70 o el 80 por ciento se destina a producción es una sandez, porque algo se estará haciendo mal, o, mucho más probablemente, algo se estará pagando de más, para que se lucre alguna otra empresa del grupo.