Fragmento 1 (nikkho)
Como era habitual, el despertador sonó a las 6:35. No era su estilo quedarse haraganeando en la cama, así que inmediatamente detuvo el sonido, y se levantó.
Preparó la ropa del día y se dirigió al baño a tomar una ducha tibia. Se miró en el espejo, hoy no necesitaba afeitarse.
Se vistió de manera informal, y como último gesto, casi mecánico, vistió en su muñeca el GW-6900.
En el comedor se sentó tranquilamente a tomar el café. Eran poco más de las 7:03, y se quedó pensativo mirando el reloj. Le tranquilizó comprobar que como de costumbre, había sincronizado correctamente la hora. Algo en él le indicaba que todo estaba controlado.
Sabía que fuera lo que fuese lo que el día tuviera preparado para él, estaba preparado para todo. Frío, calor, lluvia, nieve, sol, que no se quedaría sin pila en el momento más inoportuno, que podría estar descuidado de sumergirse en agua, y que si fuera necesario, podría incluso ir a la Estación Espacial Internacional…
Eran las 7:16, y el día podía comenzar, así que se puso camino a su oficina.
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Fragmento 2 (Txus)
“Oficina” sí es como le gustaba llamar a su todoterreno Iveco con el cual patrulla por la zona sur de Afganistán. Él forma parte de la ISAF dentro de la misión española que da formación e instrucción a las tropas afganas. Habitualmente utiliza términos domésticos para describir la dura realidad que le rodea, quizás así le resulta más cómoda de asimilar, evidentemente el sofá nos es tan cómodo como podríamos pensar, la ropa tiene camuflaje desert y el “baño” junto a las letrinas resulta un mero trámite.
Su trabajo es especial, es tirador selecto, un snipper que dirían los americanos. Con su fusil Barret M82 es capaz de hacer blancos efectivos a 2 km. Gracias a su entrenamiento y habilidad es alguien especial, lo sabe, pero también sabe que forma parte de una unidad donde el gran compañerismo multiplica la efectividad de la perfecta coordinación y buenas dotes del mando.
El día empezaba a romper, se hacía a la idea que tras una fría noche al ver un horizonte sin una nube el termómetro se iba a empezar a disparar. Pero él ahí estaba dispuesto a subir a su “oficina” como cualquier otro día en aquel inhóspito y árido paraje. No se podía imaginar que aquel día, su Casio iba a ser protagonista de una gran aventura.
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Fragmento 3 (nikkho)
― Buenos días ― le dijo el capitán justo cuando estaba abriendo la puerta de su todoterreno, dispuesto a comenzar una nueva ronda de patrulla solitaria.
El capitán era un hombre fornido, acostumbrado a ese duro trabajo, y a pesar de sobrepasar la cincuentena, tenía una forma física envidiable. Su rostro moreno por el sol, le daba un aire de rudeza curtida.
― ¿Qué tal Señor? ― respondió éste mientras usaba la mano como visera para mitigar el brillo del sol en sus ojos.
― Muy bien gracias. ¿Se ha enterado de lo de Gazni? ― inquirió con tono impasible el capitán.
― Sí, parece que la cosa se está calentando por allí.
― No estaría de más que se diese una vuelta por allí, y asegurarse que la cosa no se descontrola… Usted ya me entiende ― ordenó el capitán mientras se sacaba unos de sus Lucky Strike del bolsillo, y acto seguido lo encendía con un Zippo plateado.
― Como usted ordene mi capitán. Estoy seguro que no me iría nada mal algo de acción. Me estaba quedando anquilosado ― le respondió nuestro protagonista mientras miraba el reloj de su muñeca. Casi las 7:41.
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Fragmento 4 (Clavo)
Las 7:41 de la mañana, empieza lo que algunos creen que es una aventura en Afganistán, pero realmente se podría considerar como una pesadilla.
La pesadilla de la guerra empieza por pasar mucho un frío en medio del desierto Afgano. Para los que no lo conozcan, la temperatura ambiente puede ir de los -20ºC en invierno, hasta los más de 40ºC en verano. Sin embargo, lo que realmente molestaba al soldado, no era el frio ni el calor extremo, era la nieve de esta zona semi desértica que apenas permitía ver con claridad a unos pocos metros de distancia mientras estaba apostado en un punto fijo con su fusil Barret M82, y miraba a través de su mira ajustable.
Otro aspecto que la mayoría no conoce es el sudor frío acompañado de un escalofrío que recorre todo el cuerpo cuando tu celebro te da la orden de mover rápidamente el índice de la mano derecha para accionar el disparador. Esto por suerte en Afganistán, se daba poco en el caso de las tropas Españolas, o por lo menos, así es como se vendía dentro del país.
Eran las 15:30 según su reloj atómico, había pasado mucho desde las órdenes del capitán, y en todo el día apenas se había llevado al estómago más que unas barritas energéticas.
Estaba cansado, sentía como a causa de tantas horas de observación a través de la mira del M82, le comenzaba a fallar la visión del ojo derecho. De nuevo, apuntó su vista a la muñeca izquierda para ver la hora en su GW-6900. Con el fin de reenfocar, y poco a poco recuperar la nublada visión, parpadeó y agitó la cabeza en un par de ocasiones.
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Fragmento 5 (nikkho)
En las más de seis horas que llevaba apostado frente al Palacio del Sultán Masud III, apenas había habido movimiento. Un par de Willis con dos soldados cada uno habían accedido al palacio cruzando la verja de hierro forjado, y en ese mismo momento un camión Toyota con entre ocho y diez hombres, no pudo precisarlo bien desde la distancia a la que se encontraba, estaba abandonando la estructura.
El cálculo era sencillo, las fuerzas enemigas se había debilitado, con un defecto de soldados de entra cuatro y seis hombres menos. Si había un momento para abordarlo era ese.
Hubiera sido un suicidio para un hombre solo sin su correspondiente equipo de apoyo. Mantuvo la posición, y permaneció ojo avizor de cualquier novedad.
Consultó su G-Shock, indicaba las 16:54, cuando observó por la mira, que el chófer estaba preparando el Mercedes S600 L de color negro, al tiempo que los dos Jeep que había visto entrar, ultimaban el protocolo de escolta. Juzgaba el vehículo como altamente blindado a tenor de la rigidez de suspensión. A casi 3.000 metros de distancia, no había nada que hacer, pero con algo más de paciencia, y cierta suerte, su oportunidad podría estar cerca.
Transcurrieron 32 minutos más, eran las 17:26 y pudo ver como los soldados retiraban el Mercedes. Estaba claro que hoy el líder rebelde no saldría, y todo había sido una maniobra ensayada de despiste, que debían realizar con cierta periodicidad.
Nuestro hombre puso rumbo a su Iveco, y se encaminó a la carretera que le acabaría llevando al campamento base, 60 kilómetros más al norte.
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Fragmento 6 (gen458)
Se encontró a una rubia por la carretera, con minifalda. Iba en un Jeep Cherokee tuneado hasta los topes y le dijo que si se podría poner al volante él, pues está cansada de conducir. Él le respondió afirmativamente, pero expuso una condición: El miraría sus preciosas piernas, mientras ella le guiase por el camino a seguir.
No hay problema ― dijo ella ― porque la carretera es casi toda recta.
Así que subió al Cherokee y empezó a pisarle… al acelerador.
Llegaron a un puesto de control, donde mujeres soldado (ataviadas también con uniforme de minifalda) les detuvieron. Les preguntaron a donde iban, y él respondió que a una gasolinera cercana.
Las mujeres del puesto de control, aprovecharon la ocasión para hacerle entender que ellas se habían quedado sin gasolina para su tanque Leopard, y le rogaron que fuera tan amable de llevarlas en la parte de atrás con una lata. Él les contestó que claro, no había problema y subieron como cinco seis niñas con ropita de camuflaje. Muy ajustada. Y como complemento, una bandolera con AK-47.
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Fragmento 7 (Clavo)
El soldado cerró los ojos, por un instante no daba crédito a lo que veía: Señoritas con AK-47, y sintió en ese mismo momento un estrepitoso claxon.
Era un sonido que le resultaba familiar, al abrir los ojos se sobresaltó, estaba sentado en la silla frente al ordenador de su oficina en la fábrica de fundición de aluminio en la que lleva trabajando más de 20 años.
Miró nuevamente su muñeca y en ella vio a su fiel GW 6900. Marcaba las 19:00h.
Una pregunta rondaba su cabeza, ¿qué había pasado?
No daba crédito a lo extraño de este día.
Sintió de repente una palmadita en su espalda, al mismo tiempo que una voz le alentó. ― Amino Sisco, que hoy ha sido un día muy duro. Tienes suerte de empezar ahora tus vacaciones… ¡Y lo bien van a venir!
Sisco se quedó en silencio unos segundos, y respondió: ― No lo sabes tú bien.
FIN