Me llega hoy una nota de prensa de Ecologistas en Acción. Creo que es interesante, son propuestas a largo.
Ante el apagón nacional: ¿Acaparar agua y alimentos enlatados o construir resiliencia colectiva?
El reciente apagón nacional dejó en evidencia la fragilidad del sistema de abastecimiento y generó una reacción inmediata: largas filas en supermercados, personas comprando de forma compulsiva botellas de agua y productos enlatados. Sin embargo, especialistas y colectivos en sostenibilidad advierten que estas medidas, aunque comprensibles, no constituyen una solución real ante eventuales crisis de mayor duración.
“Guardar comida enlatada solo retrasa el problema, no lo resuelve”, señalan desde organizaciones que promueven la autonomía comunitaria. En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas y la sobreexplotación de recursos fósiles no renovables, el riesgo de interrupciones prolongadas en los servicios básicos no puede descartarse. Y cuando los productos almacenados se agoten, sostienen, la dependencia de un sistema frágil volverá a situar a la población en una situación de vulnerabilidad extrema.
¿Preparación o espejismo?
Las recomendaciones habituales ante emergencias —guardar agua y alimentos no perecederos— funcionan como medidas de corto plazo. Sin embargo, especialistas cuestionan su eficacia real ante escenarios de colapso prolongado. “Quienes confían exclusivamente en lo acumulado se encontrarán, tarde o temprano, nuevamente sin luz, sin suministros y sin alternativas”, indican.
Ante ello, diversas voces llaman a replantear la idea de preparación ante emergencias, promoviendo un enfoque basado en la autonomía sostenible más que en el acaparamiento individual.
Permacultura urbana: producir sin depender
Una de las propuestas más difundidas por organizaciones ambientales y vecinales es la aplicación de principios de Permacultura, una estrategia de diseño ecológico que permite generar sistemas alimentarios sostenibles incluso en entornos urbanos. A través de huertos comunitarios, bosques comestibles y recolección planificada de agua de lluvia, estas iniciativas logran abastecer a comunidades sin necesidad de energía externa ni cadenas de distribución.
“Estos sistemas no requieren electricidad y garantizan alimentos a largo plazo”, aseguran desde redes vecinales que impulsan la agricultura urbana.
Comunidades energéticas: vivir sin miedo al apagón
Otro frente en el camino hacia la resiliencia es la energía. A lo largo del país, han comenzado a consolidarse comunidades energéticas basadas en generación descentralizada —como paneles solares o turbinas minieólicas— y almacenamiento colectivo en baterías comunitarias.
Estas microrredes permiten mantener el suministro eléctrico aún cuando la red principal colapsa. “Mientras muchas personas corren a comprar linternas y pilas, estas comunidades ya funcionan con independencia, sin temor a los apagones”, comentan integrantes de cooperativas energéticas locales.
Del pánico a la organización comunitaria
Frente al temor y la incertidumbre, la alternativa que proponen numerosos colectivos no es la supervivencia individual, sino la construcción de redes de apoyo mutuo y soberanía comunitaria. En este marco, la pregunta que recomiendan hacerse no es cuántas latas hay en casa, sino cómo garantizar alimentación y energía a largo plazo desde la organización local y con tecnologías accesibles para todas las personas.
“No se trata de sobrevivir, sino de transformar la forma en que vivimos y nos relacionamos con los recursos”, concluyen