Analizar de cerca piezas NOS de los años setenta es una experiencia fabulosa. La ruptura estética se produjo en todos los órdenes, desde la ropa a los peinados, y la relojería no iba a ser menos.
Este ejemplar de ORION es (externamente) claro heredero del bandazo que supuso la caja del Omega Speedmaster MK II respecto a sus precedentes. Luego vendrían los ‘helmet’ de Seiko y otros operadores del mercado a profundizar por ese yacimiento. Una trotadora inequívocamente racing y el pulido masivo contrasta con zonas aisladas de cepillado poco refinado. La provocación resultaba evidente. ¿Que no podemos anunciar estanqueidad? Pues decimos que es a prueba de polvo, y tan anchos nos quedamos.
Para compensar, pasamos a un automático de medidas muy contenidas y que, sin embargo, por efecto del sorprendente brazalete articulado aparenta ser mucho mayor de lo que arroja la medición. Jamás había visto una terminación en cepillado tan áspero. El acero matizado completamente por acción de una -imaginamos- cabeza micro amoladora de grano muy grande hace que el reloj y su brazalete conformen una solución estética en la que no se sabe dónde acaba el adorno y empieza la máquina. Resulta hechizante.
No son piezas con excesivo valor económico, pero suponen un ejemplo evidente del esfuerzo por superar los límites estéticos de los muy clásicos años cincuenta y -parcialmente- sesenta, arriesgando el patrón sin comprometer la función.
Esos clásicos tienen un encanto especial. El Orion ese me recuerda a algún Savar (esa marca nacida aquí en mi tierra, en Coruña, en tiempos remotos… creo que había un hilo por ahí con la historia de la marca). No era exactamente este, pero era similar, que la caja me lo recuerda:
pero claro, como todo, eran tendencias y se hacían las cosas de otra manera comparado con ahora, por influencias de las marcas “top” (eso sigue pasando ahora tal cual, sí).
Lo que sí que nunca había visto es tal cepillado como el del segundo! parece casi un cepillado a base de atarlo a la rueda de un coche y arrastrarlo por el asfalto jejeje, pero es curioso.
Adrián, os debo un monográfico sobre SAVAR. Hay veinte en mi colección, todos NOS. Me falta fuente primaria para dar soporte documental al hilo, pero creo que os gustaría igualmemte. En especial a los ‘cascarilleiros’.
Preciosos. El encanto de los relojes de esa época es especial. No hablamos de marcas ni de valor económico. El estilo y las ganas de hacer algo original y con gusto. Gracias por enseñarlos. Siempre mola tener/conservar alguna pieza “viejuna” en la caja.
Has dado con el reloj ideal, para los aficionados, como yo, que a la primera marca, se nos cae el mundo encima😅…
Ahora en serio, creo que los que llevábamos pantalones cortos, allá por los 60/70, nos sacas una sonrisa, al ver los relojes, que entonces, veríamos en las muñecas de nuestros padres y abuelos, relojes mucho más originales, que la mayoría de los de hoy en día…ni mejores, ni peores, pero si, mucho más arriesgados.
Creo yo.
Me suena que había una firma rusa Orión, en tiempos. De no ser por el Swiss tripitido en el reloj, pensaría que sería uno de ellos para exportación.
Tressa sí que me suena más como nombre. Hacía cuarzos populares en los '60 y '70, hasta que la crisis del cuarzo se la llevó por delante. Creo recordar que era una firma vinculada a los de Zeno Basel. Ese con caja tipo snowflake, y sin separación entre ésta y brazalete, como algunos Seiko de la época, se ve muy bonito.
Y del amigo Santiago Varela de los Savar y su triste historia personal, seguro que @Airboy, que tiene varios, podría decir bastante si se pasara.
Pues con mi Dynamic pasa una cosa muy curiosa: no lo tengo con el resto, sino en la guantera de un coche. Porque ambos son del mismo año, 1968, y me hace gracia lucirlos juntos.
No sabría decirte la causa, pero la caja del primero me resulta excesivamente…guapa. Si hubiera sido más ancha, de 48/50 o así me molaría más. Pero en esa forma de caja (no recuerdo su nombre, creo que era abulón? o algo así) me gustan las “exageraciones”.
Cuando leí esta historia por primera vez, creo que en foroderelojes.es y hará como quince años, me dediqué ese verano a identificar lo poco que se sabía de marca y propietario. Localicé en la calle San Andrés, de Coruña, ese bajo y primero donde se hallaban los talleres, y que entonces eran ocupados por el Banco Santander. Anduve arriba y abajo, buscando estocaje para descubrir que la mayoría se encontraba en manos particulares, y que a pesar de su condición NOS su valor de compra era muy escaso. Tres lustros después los precios de ese material se han multiplicado casi por tres.
Pero, sobre todo, he sentido cómo en estos años ha pasado a ser una pequeña seña de identidad coruñesa, con adeptos entre los actores gallegos (Luis Zahera, Luis Tosar) y no gallegos (Pepe Viyuela).
Es triste lo poco que valorabamos nuestra industria. Aún estando entre los mejores en muchos campos lo hacíamos ( aunque muchos hemos aprendido a valorar lo nuestro) y lo hacen.
No se nos permitió, como país, desarrollarnos sin limitaciones. Y ahora…lo de ser emprendedor como que suena a chiste malo.
Hay que salir de aquí para poder emprender y desarrollar los mejores productos que podamos.
Tenían una estética innovadora. Me parece que en los 80 el diseño en general se volvió más soso, menos arriesgado.
He visto a veces en mercadillos y rastros piezas similares a las que muestra el OP, aunque muy desmejoradas, alguna vez espero encontrar alguna con posibilidades de restauración.