Tenía que pasar, ya me lo había advertido mi mamá «ten cuidado con las malas compañías». A causa de vuestra pérfida influencia tenía claro que debía de ser un radiocontrolado, y la opción solar me parecía que redondeaba la sensación de máquina autosuficiente y quasi eterna. Así que pasó lo que tenía que pasar, y Mr. G, de apellido Gulfman, aterrizó ayer en casa procedente del Japón.
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La primera impresión, sólo estética, es buena. La verdad es que me veo poco con un reloj así, voy a tener que buscar alguna actividad intensa a la que dedicarme, para justificar su posesión,… de momento me vale para poner en hora el resto de relojes.
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Pero todavía ni lo he sincronizado, de momento estoy estudiando el manual. No se si celebrar que los chicos de Casio no se hayan estirado más y no tenga ni el calendario lunar ni el de mareas que algunos reclaman, porque entonces necesitaría un par de días clavando los codos. Me conformo con contemplarlo desde todos los ángulos. Aquí una tortuga, aquí unos amigos…
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Mi estreno en el club G me ha salido por 66,50 € puesto en casa. ¿Está bien no?