Poniendo en Hora: Divagaciones de Fin de Semana (I)

Vaya hilo me había perdido… He tardado un buen rato en leerlo, pero me ha parecido muy interesante, con un montón de relojes que no conocía. Muchas gracias por el curro que te has pegado​:clap::clap::clap:

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Muchas gracias, @Bulubaslot. Esa es la idea, compartir lo que para mí también han resultado descubrimientos. Tengo en mente un par de hilos más en esta misma línea, empezando con un tema general que nos lleva a descubrir modelos conectados entre sí por su búsqueda de soluciones a una inquietud en particular. La historia de la relojería esconde muchas curiosidades e ideas ingeniosas, aunque no siempre resultasen exitosas y acabasen cayendo en el olvido. La verdad es que llega un punto en que disfruto más indagando en el pasado que curioseando entre los catálogos de novedades.

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Simplemente diré: Gracias.

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Absolutamente magistral. Me has resuelto el viaje en metro a casa.

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Gracias a vosotros, @Rocanrró y @tregaskin, por leer y comentar. Me alegro de que os resultara interesante.

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Hoy me crucé con esta fotografía. Ya la conocía pero no la recordé cuando escribía el texto que abre el hilo; en ella aparece el mayor sueco Erik Bonde y se suele identificar la pieza que lleva como un Lemania Tg 195, modelo del que tuvimos ocasión de hablar más arriba. Quizás lo sea, quizás no.

La imagen fue tomada el 15 de enero de 1961 en el Congo, actual República Democrática del Congo, antiguo Congo belga. Una tierra de una belleza sobrecogedora, pero implacable, como demuestran—una vez más—las recientes atrocidades, ignoradas, como de costumbre, por nuestra “prestigiosa prensa internacional”. Parece condenada a no conocer la paz.

Erik Bonde era un oficial de caballería sueco que había abandonado el servicio activo siendo aún joven para estudiar agricultura en Alemania. Su sueño era convertirse en agricultor. Tras graduarse, se instaló en Kenia, donde trabajó como administrador de una granja y donde conoció a una azafata de vuelo danesa de la que se enamoró. Se casaron, y ella se convirtió en la condesa Bente Bonde.

En 1960, al estallar la “crisis del Congo”, el general sueco Carl von Horn fue designado comandante de una fuerza multinacional de la ONU en la región por su amigo, el entonces secretario general de la organización, Dag Hammarskjöld. Bonde, a su vez amigo de Von Horn, fue elegido para unirse al batallón sueco de la ONU en Katanga.

Durante un transporte en tren, las tropas suecas, incluido el mayor Bonde, fueron atacadas por rebeldes. La unidad logró imponerse en la escaramuza, pero no sin bajas. Bonde fue alcanzado en dos ocasiones, aunque las heridas no fueron graves. Cuenta la anécdota que, en medio del combate, uno de sus soldados le gritó:

—Señor, tiene la camisa roja. Está sangrando.

A lo que Bonde respondió:

—No sea impertinente. Mi sangre es azul.

Luego, con calma, se quitó la camisa, se limpió la sangre con ella, se sentó y encendió un cigarrillo. Ese es el instante inmortalizado por la cámara. Una vez “parcheado”, continuó con la misión.

Tras el conflicto, los Bonde y Carl von Horn se establecieron en Kyrenia, en la costa norte de Chipre, donde la condesa Bente realizó trabajo voluntario para la Cruz Roja. La pareja era bien conocida en la zona, aunque con el tiempo terminaron separándose. La condesa falleció en su Dinamarca natal, mientras que el conde Erik Bonde pasó sus últimos días en Suecia.

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Fascinante es poco, Sergi

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Hablábamos más arriba de los “cañones de señales” y el compañero @Pedro843cc nos recordó que el Arsenal de Cartagena también había mantenido esta tradición hasta hace unos años, cuando dejó de realizarse. Pues bien, parece que se ha decidido recuperarla. Desde enero de este año, se ha retomado el disparo de salvas de artillería, un sonido histórico que regresa de la mano de la Armada Española, aunque en una versión reducida en comparación con la práctica original.

Como ya mencionamos, antiguamente en el Arsenal de Cartagena se disparaban cañonazos tres veces al día: a las 8 de la mañana, al mediodía y al ocaso, marcando el izado y arriado de la Bandera. Esta costumbre, que también se llevaba a cabo en el Arsenal de Ferrol, se perdió con el paso de los años y el cambio de siglo. Sin embargo, con la intención de recuperar esta práctica, la Armada ha decidido reinstaurar las salvas de artillería en la ciudad, aunque con menor frecuencia. En lugar de efectuarse diariamente, como en su versión original, se dispararán de manera mensual, coincidiendo con el acto del Arriado Solemne en el edificio de Capitanía General. Además, en lugar de las tres salvas tradicionales, se realizarán dos: una al mediodía y otra al atardecer, manteniendo así el simbolismo de la ceremonia.

Asimismo, se contempla la posibilidad de disparar cañonazos en ocasiones especiales y simbólicas, como el día de la patrona de la Armada, la Virgen del Carmen, u otras fechas destacadas del calendario militar. La primera de estas salvas dentro del programa de recuperación tuvo lugar el pasado 29 de enero, coincidiendo con el Arriado Solemne, marcando así el inicio de una nueva etapa para una de las costumbres más emblemáticas de la historia militar de Cartagena.

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Qué bueno, Sergi, gracias por la mención y por actualizar el tema. Efectivamente, se ha recuperado de manera parcial esta bonita tradición (y ruidosa).

Al hilo de la misma, me han venido a la memoria dos anécdotas, una directa y otra indirecta.

La indirecta, que me llegó por vía paterna, en la que un “icue” (nombre que se da en mi tierra a un zascandil, chavalín o pilluelo), que pidió fuego, con un cigarrillo en la boca que a saber de dónde había sisado, y le respondieron “lo vas a ensender con el cañonaso de las dose.

La directa, hace años, inspeccionando un trabajo en el taller de mi empresa, que es el astillero que hay anexo al Arsenal de Cartagena, me topé con algo sorprendente que no había visto antes. En una estantería, entre válvulas y bridas, había una esfera de hierro, gruesa como mi puño, puesta sobre una peana de madera rústica, y un cartelito al pie que rezaba “bala del cañonaso de las 12”. Atónito, pregunté a un operario del taller, y me contó que esa “bala” era una broma que se gastaba a los chavales que estaban haciendo la “mili” en el Tren Naval del Arsenal, donde se ubica el cañón de salvas. El jefe de la pieza, tras dar el cañonazo, al chaval más bisoño que hubiese estado allí asistiendo al disparo, le decía “corre y vete al astillero, busca la bala y tráela, que mañana hay que dispararla otra vez”. El resto os lo podéis imaginar… el pobre marinero llegaba corriendo a nuestras instalaciones y empezaba a preguntar dónde había caído la bala y si la había visto alguien… para regocijo del personal, que empezaba a echarle la bronca al pobre chaval, que si vais a matar a alguien un día de estos, que si mira por allí, que aquí no ha caído… hasta que se la daban y volvía con esa bola de hierro a pulso y a paso ligero de vuelta al Tren naval… :rofl:

Para que os hagáis una idea, en esta vista he intentado plasmar la hipotética trayectoria de la “bala”:

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Que barbaridad, me he quedado pasmado. Todo este trabajo lo haces de manera altruista y para formacion y/o solaz del foro, dejando en el mismo una documentacion infografica, de alto valor.

Mi enhorabuena mas sincera como siempre Sergi y gracias!

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Ah, el humor castrense… :joy: Muchas gracias por compartir las anécdotas Pedro, aportan color a la par que enriquecen el hilo. :wink:

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Al contrario, gracias a ti, Josechu. Un hilo sin lectores ni comentarios no tendría sentido. :wink: Saber que el trabajo resulta entretenido y apreciado es la mejor recompensa. ¡Un placer compartirlo con el foro!

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Gracias, es abrumador tal despliegue de información, lo he disfrutado muchísimo.

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Muchas gracias a ti, @Piggy. Reconozco que este tipo de hilos pueden no ser los más populares por su extensión, pero yo disfruté al escribirlo y me alegra saber que también resultó entretenido de leer.

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Una curiosidad a propósito de un evento anual celebrado recientemente en Londres, que nos permite retomar alguno de los temas tratados más arriba.

En una época en la que los relojes eran un lujo y la vida cotidiana —especialmente en el ámbito militar— no se medía en minutos sino en señales (campanadas, cañonazos, etc.), surgieron rituales sonoros que marcaron el ritmo de cada jornada. Uno de ellos fue el Beating Retreat, una ceremonia que hunde sus raíces en los primeros tiempos de la guerra organizada, y que aún hoy se mantiene viva como una muestra solemne de la tradición militar británica.

En los siglos XVI y XVII, la música militar no tenía una función estética, sino operativa. Antes de que existieran los sistemas de comunicación modernos, las órdenes en el campo de batalla se transmitían mediante toques de tambor o trompeta. Así, los comandantes daban instrucciones claras y audibles a través de sus músicos: avanzar, replegarse, formar filas o, como en este caso, retirarse.

El “Retreat” —o toque de retreta— se utilizaba al caer la noche para ordenar a las tropas cesar el combate o regresar al campamento, antes de establecer los piquetes de guardia nocturnos. Era, por tanto, una señal tanto táctica como organizativa. La vida del soldado se regía por estos sonidos mucho antes de que existiera el reloj.

Una de las primeras menciones documentadas aparece en el manual militar Rules and Ordyances for the Warre de 1554, donde se hace referencia a esta práctica bajo el nombre de Watch Setting, es decir, el establecimiento de la guardia (nocturna). Más tarde, en 1727, el oficial británico Humphrey Bland recogió en su tratado A Treatise of Military Discipline que:

“Media hora antes de cerrar las puertas, normalmente al atardecer, los tambores de las guardias del fuerte deben recorrer las murallas tocando la retreta para anunciar su cierre”.

Durante el reinado de Jacobo II de Inglaterra, ya se regulaba el uso del tambor para marcar la retirada de las tropas al anochecer. Una orden posterior, firmada por Guillermo III en 1694, especificaba:

“El tambor mayor y los tambores del regimiento que aporta un capitán a la Guardia Principal deben tocar la retreta por la calle principal, o según se indique. Todos los tambores de las guardias deberán responderles, junto con cuatro tambores de cada regimiento en sus respectivos cuarteles”.

Estas órdenes ilustran cómo el Beating Retreat no solo era una costumbre asentada, sino una práctica formalizada dentro del reglamento militar.

Con el tiempo, el toque de retreta fue perdiendo su función estrictamente táctica para adquirir un valor más simbólico. Pasó a representar el final de la jornada laboral y el momento del arriado de la bandera en las unidades militares.

Hoy en día, siempre que las circunstancias lo permiten, este ritual sigue celebrándose en numerosos cuerpos del ejército británico. En ocasiones especiales, los Corps of Drums interpretan marchas de retreta compuestas en compás de 3/4, muchas veces basadas en melodías populares. Estas piezas mantienen viva la antigua tradición del tambor y la flauta como parte integral del servicio militar.

La ceremonia del Beating Retreat suele celebrarse al atardecer y se distingue del Tattoo, otro ritual musical militar con mayor complejidad. Según lo establecido por el Duque de Cumberland,

“La retreta debe tocarse al anochecer, y el Tattoo, a una hora posterior determinada por los comandantes de cada campamento”.

Hoy en día, los military tattoos se han convertido en espectáculos completos que incluyen bandas de varios cuerpos militares, ejercicios de instrucción, maniobras ecuestres, vehículos y recreaciones de batallas. Culminan generalmente con el toque del Tattoo o del emotivo Last Post. Por su parte, el Beating Retreat se mantiene como una exhibición más centrada en la música ceremonial, normalmente con una puesta en escena más sobria, pero no menos solemne.

Cada año, coincidiendo con la semana en que se celebra también el Trooping the Colour, Londres acoge esta ceremonia durante tres noches consecutivas —en esta ocasión, tuvo lugar del 15 al 17 de julio— en el emblemático Horse Guards Parade.

Uno de los momentos destacados es el desfile de las bandas desde Wellington Barracks hasta Horse Guards Parade, un recorrido de aproximadamente un kilómetro a lo largo de Birdcage Walk, en el que el sonido de los tambores y metales marca el paso de una tradición centenaria.

Además, cada dos años, el protagonismo del acto recae en las Bandas Reunidas de los Royal Marines (Massed Bands of HM Royal Marines), que aportan su sello distintivo a esta ceremonia con una precisión y estilo inconfundibles.

El acto ha evolucionado hasta convertirse en un auténtico concierto al atardecer —que, además, sirve para recaudar fondos destinados al Army Benevolent Fund y a los Fondos Benéficos de la Household Division—, en el que se combinan música militar, ejercicios de precisión, exhibiciones ecuestres, disparos de cañón y fuegos artificiales, todo al compás de las interpretaciones de las Bandas Montadas de la Caballería de la Casa Real (Mounted Bands of the Household Cavalry) y las Bandas Reunidas de la División de la Guardia (Massed Bands of the Household Division).

En 2013, por ejemplo, para conmemorar el bicentenario de la Batalla de Vitoria, se interpretó la célebre obra de Beethoven Wellingtons Sieg, Op. 91 —conocida en castellano como La victoria de Wellington o, más habitualmente, La batalla de Vitoria—, compuesta por el músico alemán en homenaje a la victoria angloespañola sobre las tropas napoleónicas.

Como no podía ser de otro modo, también en España existe el tradicional toque de retreta, con una historia rica y profundamente arraigada en la cultura castrense y popular. Aunque muchas veces eclipsado por otras ceremonias más conocidas, este toque posee una tradición no menos interesante que la de sus equivalentes internacionales.

El Cuaderno de Toques de Ordenanza de 1769 ya recoge este toque como parte del reglamento de señales sonoras que estructuraban la vida militar. En aquella época, el tambor era el principal medio de comunicación en campaña, y la retreta se utilizaba para marcar el final del día.

Según recogía la normativa de entonces:

“Por la noche tocarán los tambores ‘la Retreta’ a la hora que señalare el General; y en las villas, a la que ordenare el Gobernador o quien estuviera al mando de la plaza”.

El objetivo era claro: indicar el momento en que los soldados debían regresar a sus alojamientos o tiendas y retirarse para descansar, tras lo cual se establecían las guardias nocturnas.

Este toque no solo sonaba en el interior de los acuartelamientos, sino también en los entornos urbanos y rurales cercanos, convirtiéndose en un sonido familiar para la población. Era habitual que los vecinos lo escucharan al atardecer, como una señal más de la rutina diaria. Esta cercanía con la vida civil favoreció su popularización y su presencia en celebraciones locales.

Precisamente gracias a su profunda conexión con la vida cotidiana, el toque de retreta español quedó inmortalizado para la posteridad en una de las obras más singulares del compositor Luigi Boccherini: Musica notturna delle strade di Madrid, Op. 30 n.º 6 (G. 324).

Esta pieza, cuyo título puede traducirse como Música nocturna de las calles de Madrid, ofrece una evocadora descripción musical de una noche madrileña del siglo XVIII. La obra comienza con el tañido de campanas que llaman a la oración del Ave María, seguido por el característico redoble del tambor militar, señal inequívoca del ambiente castrense que impregnaba las calles de la ciudad.

El último movimiento, tras reaparecer el redoble de tambor, lleva por título explícito Ritirata (Retreta), haciendo referencia directa a la escena en la que se llama a las tropas para que regresen a sus cuarteles al final de la jornada. Boccherini, que residió en España al servicio de la corte, logró capturar con precisión y sensibilidad este fragmento de la vida urbana y militar española, contribuyendo así a preservar esta tradición sonora en el repertorio clásico europeo.

Sirvan pues estas líneas para recordar que, incluso en épocas en las que no existían relojes —o no estaban al alcance de todos—, la vida en comunidad seguía estando cuidadosamente regulada. El paso del tiempo se marcaba mediante señales sonoras colectivas: las campanadas de las iglesias, los disparos de cañón o, como en este caso, el redoble de los tambores. Sonidos que no solo organizaban el día a día, sino que también tejían un lenguaje común de disciplina, convivencia y pertenencia.

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Magnifica exposicion. Hay que reconocerle a los hijos de la Perfida Albion, que mantienen y respetan sus usos, costumbres y ritos ancestrales, con una maestria y solemnidad admirables. No se te ocurra despreciar la Union Jack, el himno o mofarte en un acto solemne de este tipo.

Igual que en mi pais…sic.

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Miy buen aporte, Sergi. La vida castrense ha aportado muchísimo a los usos y costumbres que muchos hemos vivido día a día, como el ya mencionado cañonazo de las doce del Arsenal cartagenero, o los toques de corneta que aún se escuchan en la Base Aérea de Los Alcázares al amanecer y al anochecer.

Si no conoces esta base Aérea, te invito a que eches un vistazo, es una deliciosa anacronía en desuso que cualquier día se perderá.

https://murciaeconomia.com/archive/63575/la-base-aerea-de-los-alcazares

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Muchas gracias por el aporte, Pedro. El artículo también menciona el tema de la hidroaviación española y es ciertamente interesante, daría para homenajes de todo tipo.

La base de Los Alcázares, la conozco. Algún día te contaré por qué. :wink:

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Gracias @Sergi_c05 por escribir estos interesantes hilos.

En tiempos de milicia los toques de retreta 22,30, diana 07,00, izado de bandera 07,30 y arriado de bandera 20,00 sincronizaban los relojes (de quien tenía) y marcaban los tiempos diarios junto con el toque de fagina 13,00 y paseo 18,00.

Al hilo de lo comentado por @Pedro843cc sobre mandar a recoger la bola del disparo de las doce, en las bases aéreas al más bisoño, se le enviaba a primera hora a recoger las llaves para abrir la pista de aterrizaje de los aviones, lógicamente compinchados, le contestaban, no están aquí vete a… y así vagaba del parque de combustibles al parque de incendios, pasando por abastecimientos y maestranza, comentaros que estos parques distaban entre si kilómetros.

Buen día.

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Gracias por los detalles, @JOSERRA100 :wink:.

Este hilo, por cierto, merece chincheta o ir a “Los Intocables”, creo yo.

@submariner @Tortuga_Shelly

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