El acero toledano es otra de las cosas que los españoles no hemos sabido vender bien.
En todo el mundo está muy mitificada la katana japonesa, mientras que la última espada toledana notable del cine la recuerdo de “los inmortales”. Igualmente mitificados como guerreros de leyenda están los samurais y los ronin… pero ese es otro tema. Y lo cierto es que alguna vez sí se midió acero japo contra español, en los combates de Cagayán.
Fecha 1582
Lugar Cagayán, isla de Luzón
Casus belli Actos de piratería en territorio del Imperio español
Conflicto Combates navales y por tierra de un escaso contingente español contra un numeroso contingente nipón
Resultado Victoria española
Consecuencias Cese parcial de la actividad japonesa en la zona
El conflicto demostró la superioridad de las tácticas de combate españolas sobre las japonesas, mejor ilustrado por las espadas europeas de acero toledano, que probaron ser más útiles que las katanas en las numerosas escaramuzas. Esto dio como resultado que las armaduras japonesas fueran perfeccionadas al estilo europeo, añadiéndoles petos metálicos.
Éstos combates de acero toledano contra katanas japonesas estaban relatados en una novela gráfica, “Espadas del fin del mundo”]('Espadas del fin del mundo', acero toledano contra katanas japonesas).
En Japón tenían un problema con los aceros, no habían pillado aún el punto con el carbono. Eran MUY buenas, si, pero en la manufactura europea, al no tener el problema del japonés o chino, que era el hermetismo, la comunicación daba sus frutos. Total que a la Honjo Masamune -donde quiera que esté-, a la del tesoro del emperador o a las de Hattori Hanzo (el original y el de Tarantino) se las pulía cualquier herrero de Toledo.
El acero toledano era el resultado de una aleación de hierro y acero, para lo cual el acero era de distribución uniforme. Esta aleación era más flexible que otras, lo que la hacía más resistente y manejable.
(…)
Las armas cortas se fabricaban sólo con acero, mientras que las largas se hacían con un alma de hierro recubierta de dos placas de acero, llamadas tejas. Se empleaba acero cementado de Pola de Lena, Asturias, fabricado este a su vez con hierro de Vizcaya, que antes era traído de Alemania. Las planchas de hierro utilizadas para las vainas de sable se traían del extranjero.
El proceso de fabricación era laborioso y no faltaba el martillo del forjador. Tras su fabricación las armas sufrían cinco pruebas de resistencia y flexibilidad. Una era «la de la rodilla», que consistía en doblar la espada sobre un apoyo fijo (a menudo la rodilla) desde la espiga hasta la punta, prueba que no era resistida por la mayoría de las demás espadas. La prueba del plomo consistía en coger la hoja por la espiga con la mano derecha y dibujar con la punta un semicírculo sobre una plancha de plomo fija en la pared y que dicha línea del semicírculo fuera tan ancha como la propia parte de la espada. La prueba de la S consistía en probar la igualdad del temple de la espada. La cuarta prueba consistía en dar tres fuertes cuchilladas sobre un casco de hierro fijo y relleno y en la quinta prueba se examinaba sobre una almohadilla si con los tres golpes anteriores la hoja tenía algún desperfecto.
Hay una novela de mi paisana Toti Martínez de Lezea, “El Señor de la Guerra”, que iba de las guerras de banderizos en el País Vasco medieval, en la que se trata también de eso. De cuando los herreros vascos no sabían el por qué, pero que añadiendo cuernos del ganado al acero mejoraban su peso y resistencia, así como evitaban la corrosión. Sabían también que no debían de pasarse con el tema, pues si eso ocurría el acero se volvía quebradizo. Los cuernos añadían carbono, aunque en proporción superior al 13% no iba tan fino.
Eran los albores de la hegemonía española: la superioridad del acero vasco, castellano y toledano, increíblemente fuerte, resistente, ligero y con un brillo que decia al enemigo: *La has cagado. Si no mueres a las primeras de cambio, tu arma acabará quebrándose contra la mía, que no se va a romper, perro inglés/francés/holandés.
*A día de hoy, por lo que leo en éste artículo, sólo queda un maestro espadero en Toledo. Os recomiendo su lectura.
El último maestro espadero toledano: así se forja el acero más puro y flexible del mundo A comienzos de los 60 quedaban en Toledo unos 20 talleres artesanales que fabricaban espadas con el mítico acero toledano. Hoy solo queda Mariano Zamorano. Visitamos su fragua.https://www.ecestaticos.com/image/clipping/d8b19fc071015720024492a1e177d2e4/el-ultimo-maestro-espadero-toledano-asi-se-forja-el-acero-mas-puro-y-flexible-del-mundo.jpg