La plata es uno de esos materiales atávicos que han estado ligados al hombre desde los inicios de la civilización. Su rareza, utilidad y propiedades han hecho que, tras el oro, fuera el metal más valorado en la antigüedad, y que se lo considerara un metal noble y no un vil metal. Y ese valor hizo que se usara tanto en joyería como en la acuñación de monedas, llegando a ser la plata sinónimo mismo de dinero, e incluso siguen diciendo hoy “tener plata” a tener dinero en Argentina, país cuyo nombre deriva de “argentum”, el nombre latino del metal.
Aunque siempre fué un metal raro, el descubrimiento de grandes yacimientos en Perú o Bolivia, como el de Potosí, trajo riquezas a nuestro país y estableció rutas comerciales.
A día de hoy, la plata sigue siendo un metal valioso, con usos industriales en química o electrónica que consumen el 70% de su producción, y un 30% en usos monetarios y de joyería. Ese valor ha hecho que sea un metal valorado en inversión y sometido a especulación. Unos hermanos hace casi medio siglo llegaron a controlar más de la mitad de la plata del mundo, haciendo pasar su valor de 2 dólares por onza a más de 50 y dejando sin plata a joyeros como Tiffany’s…
…aunque se pasaron de listos y acabaron arruinados.
A día de hoy también hay quien dice que el valor actual de la plata es más bajo que el histórico medio o intrínseco, y especularía que el está hundido artificialmente por J.P. Morgan. Éste gigante bancario declara que tiene unas reservas de 55 millones de onzas, pero que podría tener varias veces más plata, y sigue acaparandola aprovechando esos precios alterados, tratando de repetir la jugada de los Hunt…
En un rato os presento un reloj que, al igual que los argentófilos con las onzas del metal al precio de mercado actual, creo que tiene un buen valor por precio…