Aunque algunos ya estáis de vuelta del asunto hay otros que desconocen lo que los artesanos filipinos hicieron durante los años 60 y 70 para las tropas norteamericanas estacionadas en la zona de Manila: brazaletes de acero personalizados, con elementos decorativos o alusivos a las unidades a las que pertenecían los militares, que sustituían a las habitualmente raídas correas de canvas (loneta), las cuales no aguantaban el clima tropical y las frecuentes inmersiones en las saladas aguas de la zona.
Es, por tanto, relativamente normal ver fotografías de los míticos 6309 o 6105 calzando esos originales brazaletes rígidos o semirrígidos en aquellas décadas en las que los relojes orientales comenzaban a demostrar su dureza y resistencia al trato cuartelero y náutico.
Resulta que en las mismas aguas, pero más de trescientos años antes (allá por 1600), un barco español, el San Diego, peleó para evitar que los holandeses conquistaran Manila y desbarataran el dominio español en el archipiélago. Lo hizo con tanto ahínco y fe que logró evitar la prevalencia neerlandesa, aunque al duro precio de acabar hundido en la bahía.
Eran aquellos años en los que la Monarquía Hispana dominaba el Orbe, con un pie en Lisboa, otro en Madrid y el resto de su enorme estructura salpicando el planeta entero.
Juntando diversos elementos coincidentes (lugares, fechas, personas) decidí recrear a través de una pieza relojera singular, el Colomer & Sons San Diego II, mi personal homenaje a nuestro glorioso pasado naval e imperial.
Contacté con uno de los pocos artesanos de garantías que quedan en la zona, llamado José Antonio Jurado, y le dije que quería hacer un olóngapo dedicado tanto al barco que defendió Manila como al más grande almirante de la Mar Oceana que España tuvo, Álvaro de Bazán, quien jamás perdió una batalla y lo dio todo por su rey y su país, hasta el extremo de incluir en la leyenda de su escudo familiar las sentenciosas palabras que resumían su vida: ‘Rey servido y Patria honrada’.
El artesano se sintió muy motivado por poder crear una pieza en la que se homenajearía a quienes defendieron Manila y a quien convirtió, de Lepanto a las Indias Orientales, el Mundo en un patio español.
Mi interés en que la pieza aunara el hecho histórico de la defensa de Manila por parte del barco que daba nombre al reloj con el hecho de ser fabricado -el brazalete- en el mismo lugar y por artesanos de la zona llevó a la inclusión del nombre de Jaffy (José Antonio Jurado) en el interior de la pieza rígida.
Así como el del almirante cuyo ejemplo es señero en la Armada española hasta nuestros días, con su nacimiento, deceso y condición de guerrero imbatido.
Y por supuesto la bandera que ondeaba en la nave desde la que Álvaro de Bazán dirigió magistralmente las galeras en Lepanto que llevaron a la coalición cristiana a la victoria en 1571.
El brazalete tiene tres posiciones de cierre, es sorprendentemente ligero para estar hecho de acero inoxidable y resulta comodísimo (ayuda el que la caja del reloj sea de titanio). El pasador de 22 mm, el ser un diver 20 ATM y el dial de madreperla le dan un aspecto de herramienta para ser usada sin complejos en el mar, como les sucedía a los relojes de los soldados norteamericanos pero con bastantes más garantías de estanqueidad.
Un pequeño capricho que, sin embargo, da pleno sentido al espíritu del reloj y a la conciencia del impulso aventurero que acompañó a nuestros antepasados cuando decidieron extenderse por oriente y occidente.
Espero que, al menos, os resulte curioso. Yo estoy que no quepo en mí de orgullo.