Cuando presenté mi Kronos Elegance, hice referencia a que anteriormente tuve un Eterna Soleure que, aunque fué más barato que mi Speedy o mi Lindbergh, se convirtió en mi básico de fin de semana por su limpieza, legibilidad y belleza.
Ese Kronos sigue siendo, pese a su humildad frente a otros relojes más caros de mi colección, mi reloj habitual de los domingos.
Ambos relojes pagan tributo a un diseño de origen Bauhaus que revolucionó la relojería.
Años '30. Con depresión económica en todo el mundo, Patek, firma especializada en relojes de complicación, vive sus horas más bajas. La familia Stern, que les hacía las esferas, adquiere la firma, y se deciden a sacar un reloj que suponga un revulsivo y atraiga nuevos clientes. El tipo elegido es en la entonces tendencia de moda tras el fin de la Gran Guerra, pulsera, aunque los bolsillos todavía eran la norma. Y, a diferencia de sus hermanos mayores, no tendría complicaciones, pero eso sí, aunque sería el modelo de entrada, tendría que tener la misma calidad de realización de éstos.
El encargado de crearlo es un inglés, David Penney, quien hace un diseño en la línea de los principios del entonces contemporáneo movimiento Bauhaus, cuyo principal lema era “menos es más”, y cuya máxima era que la forma seguía a la función, buscando la máxima practicidad a través de la limpieza y racionalidad.
Una de las claves de diseño más características era que las garras formaban parte integrada de su redonda caja, emanando fluídamente de ésta para sujetar la correa, cuando hasta entonces eran soldadas. Otra de las características era un bisel que enmarcaba la esfera. El tamaño de 31mm hoy nos haría sonreir a muchos… pero contrastaba con otros relojes “redondos” de pulsera, hechos de soldar unas asas de alambre a grandes relojes de bolsillo.
Igualmente, los relojes de pulsera de moda hasta entonces eran de tipo Art Decó, rectangulares, con agujas pequeñas, floridos numerales, a veces esferas bitono… en la estela del Cartier Tank de 1917. Preciosas, pero no tan legibles. Penney, de nuevo recurriendo a la filosofía Bauhaus, buscó que la hora fuera lo más legible, con una esfera limpia con marcadores visibles, y unas agujas Dauphine.
El diseño resultante se convertiría en la base de la mayoría de relojes de vestir desde entonces. El resultado fué el Calatrava 96. Puesto a la venta en 1932, fué tal éxito que estuvo 40 años en catálogo.
87 años después, Patek sigue conservando la independencia, aunque estoy seguro que una Richemont, una Swatch,o, porqué no, una Rolex pondrían por ella un cheque en blanco a la familia Stern, que siguen dirigiéndola. Han habido varios Patek que llevan el nombre Calatrava con variaciones en calibre (segundero central y fechador), bisel (los hay con clavos de París), agujas (Dauphine o bastón) o esfera (sectorial o con numerales Bréguet o romanos). Sin embargo, el Calatrava 5196 es el actual heredero de aquel 96, con básicamente el mismo diseño, cambiando apenas la subesfera de los segundos y creciendo hasta los 38mm.
Sigue siendo un diseño tan fresco y vigente como entonces. Y la quintaescencia del reloj de vestir o elegante.
Me habréis leído muchas veces que el diseño más copiado no es el del Rolex Sub (dejo de lado la polémica de cúal fué el primer diver con bisel, si éste o el FF -o el Zodiac SeaWolf-), sino el Calatrava 96, y que casi todos los fabricantes tienen alguna versión en catálogo. Desde el Bambino al JLC Master Ultra Thin, desde un Grand Seiko a un Datejust pasando por un AT o un Conquest Heritage, todos beben en mayor o menor medida de su diseño.