Harrison inventa el cronómetro de marina en 1730. Gracias a él, se pudo determinar, en una época en la que no habían GPS, la longitud, y con ello, la posición de un barco en el mar.
En el siglo XIX, surgen los concursos de cronometría. Los organizadores son algunos observatorios astronómicos, que verificaban la exactitud de esos cronómetros de marina. Con el tiempo, los cronómetros abandonaron el mar y saltaron a los bolsillos primero, y luego a las muñecas. Podemos denominar como cronómetro a un reloj que cumple con una normativa que exige una alta precisión.
El estándar de cronometría ISO 3159 establece una precisión de (+6 , -4) segundos día en calibres de más de 20mm de diámetro, los cuales tienen que estar certificados por una entidad independiente y neutral.
Hay tres organismos oficiales en el mundo que certifican sobre la ISO 3159. En Suiza tienen el COSC. Su estándar, fijado en 1973, se basa en ellos, añadiendo alguna característica como que los movimientos tienen que tener segundera, y número de serie; analizando movimientos sueltos, sin encajar.
También hay basados en la ISO 3159 un estándar alemán, el DIN8319, el cual examina relojes ya montados en el Observatorio de Glashutte,
Había también un estándar francés, “Observatoire Chronometer”, en el Observatorio de Besançon. Éste estaba vinculado a un punzón, el “Víbora”, que certificaba relojes completos. Tras muchos años cerrado, tras la crisis del cuarzo, recientemente, han vuelto a certificar relojes en Francia.
Hace unos 20 años, Seiko relanzó los Grand Seiko, con una certificación propia (+5, +3 en 6 posiciones y 3 temperaturas, durante 17 días) que era más exigente que la del COSC, (+6, -4 en 5 posiciones y 3 temperaturas, durante 15 días)… algo que no inquietó a los suizos.
A pesar de que los Seiko eran más estrictos, el estándar COSC ha seguido marcando una excelencia, sin que al parecer hubiera mucha demanda de más precisión. Al fin y al cabo, los GS eran una rareza casi en su propio mercado, y algo que sólo un puñado de muy aficionados adquirían en Europa o América.
En 2015, quizá por subir de nivel, Omega sacó una nueva certificación más exigente que la COSC, la certificación Master Chronometer, a través del organismo oficial suizo METAS.
La certificacion METAS estaba abierta a cualquier fabricante suizo, y mejoraba con mucho el COSC. Algunos de sus criterios eran que los relojes debían estar completos para ser probados (el COSC, como hemos dicho arriba, sólo prueba mecanismos), tener cierta resistencia al agua (algo que prueban internamente los fabricantes, pero no oficialmente) y reserva de marcha, y, algo que de momento hace que sólo Omega los certifique, el ser totalmente antimagnéticos a 15k Gauss. Igualmente, una certificación METAS requiere que un reloj debe mantener la hora dentro de 0 y 5 segundos por día. Y, aquí es donde está la madre del cordero. Una certificación el doble de estricta que el COSC, más estricta que la de los Grand Seiko, y… que las de sus vecinos de enfrente.
Los de Rolex, que llevaban desde los '50 poniendo en sus esferas un “Superlative Chronometer”, contraatacaron a Omega con su certificación “Superlative Chronometer”, (+2, -2) también para relojes completos, a los que además les meten pruebas adicionales de estanqueidad y resistencia.
Si bien es más estricta en tiempo que la de Omega, y sigue enviando los relojes al COSC para tener la certificación oficial independiente, no pasa todos los test de resistencia de los METAS.
Bueno… y en Japón… que durante años han llevado con orgullo el vencer a las dos marcas de referencia, ven que les han pasado por la derecha. El tema es que, como veremos, los de Seiko no es la primera vez que responden (y contundentemente) a los desafíos suizos.