El "Radiomir bronzo" y el Siluro a Lenta Corsa S.L.C. o "maiale"

Muy buenas señores,

Antes de nada, decir, que si te gusta la história bélica te invito amigo forero y entusiasta de los relojes a que leas este trabajo que os he preparado, pero si además has pillado el precioso RSWC GAMMA GIBRALTAR, te lo recomiendo encarecidamente. :+1:

Bueno pues tras dos meses de retraso y una interminable :roll_eyes: espera a que procedieran nuestros “eficaces señores de aduanas españolas”, tengo el gusto de presentar este bronzo que esconde algunas gratas sorpresas. :smiling_face_with_three_hearts:

La pieza que os muestro ha venido por múltiples razones, una porque de nuevo una vez más hacía años que buscaba una esfera California, je,je, segundo porque me gustan los bronzos, tercero porque tras el lanzamiento del “Gibraltar” me pareció la “inspiración” (y excusa) PERFECTA para aunarlo todo y dar el paso, y cuarto porque como sabéis y ya alguno ha leído alguna historia, me apasiona la militaria o sea el equipamiento personal y las vidas de esas personas en su día a día “a pié de cañón”.

La verdad que no me apunté al proyecto RSWC GAMMA GIBRALTAR porque como algunos saben al final no uso los mecánicos, si bien el proyecto me ha resultado enormemente fascinante, evocador e inspirador dado que UNA VEZ MÁS, aúna perfectamente dos de mis tres “pasiones” la Horología y la Militaria, la tercera son las motos como sabéis, que también de eso algo tienen los torpedos tripulados je,je. :blush:

Así que de “esa guisa” me puse a buscar y tras mucho indagar conseguí esta pieza en el “gran bazar” de Ali je,je, que además “guarda” algún detalle que me parece genial y me evoca igualmente o inspira como digo, el mundo de la militaria y del mar, en este caso las hazañas marítimas de los equipos de la Décima Flotiglia MAS, sobre los cuales tenía algo de militaria, bibliografía y algún detalle que os muestro en las fotos de los cuales “he tirado” como atrezzo y que al final os detallo.
Espero os guste el trabajo que en profundidad y con ilusión os he preparado.

Os voy a describir la fascinante máquina, simple sólo en apariencia, con la que nos encontramos y que se relaciona directamente tanto con el PRECIOSO proyecto del foro como con la pieza que os presento, y que eran como sabéis los torpedos S.L.C. así que sumerjámonos en nuestra misión pues. Es larga y para mí por lo menos, apasionante.

LOS TORPEDOS:

Sólo antes, un obligado y breve apunte histórico, si me permiten acerca de su inventor y a modo de pequeñísimo homenaje:

El invento de los torpedos tripulados italianos se lo debemos al insigne oficial naval italiano Teseo Tesei (3/01/1909 - 26/07/1941) quien desde sus comienzos e ingreso en la Academia Naval se caracterizó por su perspicacia e inventiva. Se graduó como Teniente en la Escuela de Ingeniería Naval de Nápoles en 1933.
Desempeñó varios puestos tanto en barcos de superficie como en submarinos, incluso acudió como voluntario en la Guerra Civil Española con el grado de capitán.

En 1929, Tesei tuvo la idea del torpedo tripulado, a partir del dispositivo italiano utilizado para hundir el acorazado austriaco SMS Viribus Unitis durante la Primera Guerra Mundial. Junto con Elios Toschi, diseñó el torpedo tripulado llamado Siluro a lenta corsa (SLC), (Torpedo de Curso Lento, en italiano) que fue ampliamente utilizado en la Segunda Guerra Mundial por la Marina italiana y se utilizó en el hundimiento de dos acorazados británicos en Alejandría.

Se trataba de un torpedo modificado para permitir que dos operadores equipados con respiradores lo guiaran bajo el agua. En 1936, junto a Angelo Belloni, diseñó el aparato de respiración autónomo de circuito cerrado de alto rendimiento que igualmente utilizaron los propios buzos italianos durante sus operaciones durante la Segunda Guerra Mundial, y que influyó en gran medida en el posterior diseño de los rebreathers. En 1938 fue uno de los oficiales que organizaron la unidad de asaltantes submarinos Decima Flottiglia MAS de la Armada italiana.

Como curiosidad, decir que el acrónimo MAS significaba Motobarca Armada SVAN, acrónimo que a su vez significaba Sociedad Veneciana de Automóviles Náuticos dado que fueron las lanchas que surcaban los canales venecianos las que sirvieron de “inspiración” para el desarrollo de unas lanchas torpederas de guerra en la WW1. Posteriormente se evolucionó el nombre a Motobarca Armada Silurante, siendo éstas de unos 16 metros de eslora por casi 3 de manga y 1,2 de calado con motores de 500 CV y dos hélices que cargadas de minas, explosivos o torpedos o bien eran lanzadas contra los buques enemigos o bien les lanzaban los torpedos desde los puertos a muy poca distancia.

El 21 de agosto de 1940 Tesei fue el único superviviente cuando se hundió el submarino italiano Iride. Tesei murió en acción durante un ataque con torpedos tripulados en Malta, por lo que recibió póstumamente la Medalla de oro italiana al valor militar, similar a la que se muestra en alguna foto que os muestro.
El actual grupo de comandos de hombres rana italiano lleva su nombre:
Comando Raggruppamento Subacquei ed Incursori Teseo Tesei (COMSUBIN).

Pero veamos un poco más en profundidad el funcionamiento y equipamiento de los Siluros a Lenta Corsa

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Los S.L.C. se componían de una cabeza de entre 230 y 250 kgs de un compuesto altamente explosivo submarino llamado Tritolital, que contenía TNT, (Trinitrotolueno), muy usado en la SGM, que junto a la cabeza contenedora hacían un peso de unos 300 kgs sólo para la parte explosiva. Dicha cabeza del torpedo se unía al resto del conjunto mediante un largo tornillo que la recorría longitudinalmente ubicado en la proa, que algunos confunden con una espoleta, pero en realidad servía para fijarla y a la vez que para soltarla facilmente desenroscando la tuerca en forma de llave de mariposa para soltar la carga y poder fijarla a la quilla del barco mediante mordazas, poleas y cuerdas.

Por dicha razón veréis en fotos unos torpedos muy cortos, ya sin carga explosiva, otros medianos que portan una cabeza explosiva “corta” de menos potencia, y otros muy largos porque equipan una cabeza detonadora grande, que es la que se usó por ejemplo en la operación de Alejandría.

MAIALE BOMB

En dicha cabeza, a babor, se encontraban una o dos espoletas de tiempo, según fuese el tamaño del conjunto escogido para la misión (corto o largo) en relación al tamaño del objetivo y la cantidad de carga explosiva a transportar. La empresa que las fabricaba era Borletti de Milán.
Habría que imaginar la tensión para la huída tras la colocación del artefacto, añadida a la ya existente.
Dicha cabeza de guerra como decimos tenía dos tamaños, la de mayores proporciones disponía de dos arneses de sujeción para mosquetones y poder suspender la proa con cables de acero para su manipulación en superficie y cabos estando sumergida, mientras el conjunto pequeño, más corto, sólo disponía de una.

Una vez separada la cabeza de guerra, la siguiente sección del maiale o sea “cerdo” en italiano también disponía de una proa redondeada para la vuelta de los tripulantes al punto de encuentro. Cuando no se veían obligados a tener que abandonar “la nave” por mil y una razones, entre otras, agotamiento o fallo de los autorrespiradores, fallos o malfuncionamiento del motor, de las válvulas, ser descubiertos, o quedar enganchados en redes antisubmarino, muy habituales en los puertos en los que operaron. Y con la tecnología de la época.

Dichas “redes” o barreras flotantes, que se extendían desde la superficie hasta el fondo, solían abarcar toda la bocana del puerto, y quiero hacer especial mención al grosor del cable de ACERO tendido sobre el agua que hacía de sostén de la red, y era de 10 centímetros, DIEZ !!! que debían cortar con cizallas hidráulicas. El resto de cables de acero que componían la malla “sólo” tenían un grosor de 4 cms pero que precísamente eran los más problemáticos de cortar dado que la ciczalla hidráulica los doblaba por lo que había que cortarlos a mano con sierras y limas … en aguas gélidas…
Pero prosigamos, el interior del torpedo estaba compuesto por un tanque de lastre, sobre el cual se encontraba la carlinga de mando y control que era protegida por un escudo reforzado de metal preferentemente, a modo de rompeolas con nervaduras horizontales que la recorrían así como orificios superiores para la salida de burbujas de aire.

Tras dicha protección el piloto con traje autorespirador y eliminador de gases de exhalación, (para evitar ser detectado por el enemigo por las burbujas de CO2 exhaladas), similares a los super modernos rebreathers y equipado con gruesas gafas, no lo tenía nada fácil, dado que debía operar la nave atendiendo a los siguientes controles, palancas y válvulas:

Profundímetro de hasta 30 metros, brújula, voltímetro para el control de las baterías, dos amperímetros, uno para el control del consumo de las baterías y otro para supervisar el consumo de las bombas de achique de los tanques de lastre. Además debía atender un nivel de burbuja para monitorizar el cabeceo de la nave.

Todos los manómetros e indicadores estaban recubiertos de RADIOMIR, un compuesto radiactivo creado por la empresa Panerai que suplía tanto de los instrumentos de la nave como los personales usados por los buzos, o sea compases (brújulas), profundímetros y relojes sumergibles, como después veremos.
Una de las claves del éxito de estos buques fue precisamente el que los buzos pudieran leer los instrumentos sumergidos por “arte” del citado compuesto Radiomir en la más absoluta oscuridad.

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El piloto comandaba también una pequeña rueda de bronce, justo detrás del tablero de instrumentos y cerca de la entrepierna, para el control de la potencia de la hélice y por tanto la velocidad, que unida a un reostato permitía aumentar el flujo eléctrico de las baterías hacia el motor girandola en sentido horario, y con 4 “clicks” se incrementaba progresivamente la velocidad de 0 hasta los 2,5 nudos. En las últimas unidades de los maiali se disponía de marcha atrás y una velocidad de hasta 3 nudos.

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La segunda rueda también de bronce y de mayor tamaño, que operaba el piloto, estaba ubicada más adelante “a modo de rueda de timón” y más elevada, la cual accionaba dos cables de acero a través de los cuales se dirigía el buque hacia babor o estribor. Dicha rueda estaba montada sobre un eje basculante trapezoidal, que al subirlo o bajarlo accionaba los cables para los timones de profundidad.

Algo parecido a los aviones, es decir, que girándola a babor o estribor, la nave maniobraba en lates direcciones pero que al subir y bajar el conjunto operaba los planos de profundidad ajustando el cabeceo vertical y por tanto actuando sobre la inmersión.
A ambos lados de la anteriormente mencionada rueda para el control de la velocidad se ubicaban dos palancas que actuaban sobre las bombas de vaciado / trasvase de los tanques de lastre tanto proel como popel que además junto a otra válvula actuaba sobre el balanceo del torpedo. Como podemos apreciar comandar uno de estos “artilugios” debía ser toda una proeza, por eso entre otras razones por su dificultad para “controlarlos” el mismísimo Teseo Tesei tras un entrenamiento debido a la “testarudez del torpedo” enojado se refirió a él como “maiale” (cerdo) “maiali” (cerdos), apelativo o mote que inmediatemente se “conformó” como nombre “oficioso” y posteriormente más extendido para los S.L.C.
Y puestos a poner “motes” a estos hombres por su dedicación a “la empresa” y fervor patriótico y seguimiento incondicional a su jefe, (Teseo Tesei), se los conocía como los apóstoles.

De asiento servía una plancha de madera, que pronto se cambió a una de acero perforado y a ambos lados unos estribos para el apoyo y sujeción de los pies.
En el espacio central del torpedo se encontraba un compartimento estanco con baterías de 30 elementos que otorgaban unos 60 voltios a 150 amperios, si bien posteriormente se elevó a 180. Dicha capacidad ofrecía una autonomía de unas 15 millas náuticas a unos 2,3 nudos a baja velocidad, si bien podía alcanzar hasta 2,5 en navegación tanto en superficie como submarina.
Sobre dicho cuerpo central se encontraba sobresaliente, (segunda “joroba” tras el escudo o carena) un tanque de aire exterior en forma de caja con aire a alta presión a nada menos que 200 atmósferas, elemento que además de servir como “cierto parapeto” para el segundo tripulante, facilitaba drásticos cambios de profundidad gracias a dos válvulas de aire.
Dicho sistema “de emergencia” permitía inmersiones o emersiones a gran rapidez. Dicho “parapeto” además albergaba un gran asidero para las dos manos del segundo tripulante, donde se “acomodaba” también como el primero a horcajadas sujeto a un segundo par de estribos.

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La tercera sección o cola del torpedo iba en disminución hacia la popa y albergaba el motor eléctrico de 1,6 cv de potencia, el tanque popel de lastre de 43 litros, con su bomba operadora para al final encontrar las dos hélices contrarotantes para anular los desvíos giroscópicos que al poco, se sustituyó por una única hélice y al final los timones de dirección y profundidad. Las dos hélices generaron infinidad de problemas por lo que al final fueron sustituidas por una única de mayor tamaño como decimos, de 38,5 cms de diámetro y mayor superficie de palas debido a la baja velocidad a la que operaban los maiali.

La hélice se encerró posteriormente en una jaula metálica para evitar enchanches con cabos y redes, lo cual evitaba problemas y situaciones de peligro añadidas a las ya de por sí extremas a las que estaban sometidos los buzos. Solamente pensar que te sientas a horcajas sobre un torpedo con 230 kgs de TNT, ya asusta.

Tras el segundo operador se encontraba una caja de madera o jaula con accesorios y herramientas como cizallas, cabos, y poleas tanto manuales como accionadas por aire comprimido, un autorespirador de recambio de menor autonomía para los buzos, y un tubo estanco con víveres para en caso de emergencia disponer de ciertas opciones de supervivencia.

En este sentido de la supervivencia en dicho “cofre” se guardaba además el “ascensor” que no era más que un taco de madera atado a un cabo el cual permitía a los buzos ascender desde el torpedo a la superficie y descender por dicho cabo sin perderse en la oscuridad. Simple pero ingenioso a la vez.

Como vemos, la peligrosidad de las situaciones a las que se exponían y la dificultad de manejo estaban fuera de toda órbita. Pues bien, una vez, descrita el “arma de guerra” para hacernos una mejor idea de dicha peligrosidad pasamos a transcribir el protocolo de procedimiento de actuación de los comandos de los S.LC. con sus buzos “apóstoles” en misión según se redactó en la época y se llevaba a efecto: (He añadido algunas notas aclaratorias entre paréntesis para la mejor comprensión del texto).

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En la Fase de Aproximación y lanzamiento, con los torpedos amarrados en cubierta, el submarino, (el que porta los maiali hasta el objetivo, no os confundáis), se acercará lo más posible a la entrada del puerto o refugio enemigo. Alcanzado el lugar previsto las tripulaciones de los S.L.C. abandonarán la nave y después de desamarrar los aparatos, (amarrados y afianzados a la cubierta del submarino), los probarán para verificar que no hayan sufrido daños durante el viaje. A partir de ese punto proseguirán agrupados a velocidad elevada siguiendo la dirección indicada por sus brújulas luminosas y con sus cabezas sobre el agua para ahorrar el valioso oxígeno contenido en los autorespiradores. (O sea, imaginad navegar a unos 6 kms/h aproximadamente con sólo la cabeza a ras de la superficie con mar picada, rociones, en aguas gélidas, frio, húmedos, y sentados encima de una cabeza de TNT de más de 200 kgs)

A medida que el grupo de ataque se aproxima al reducto enemigo disminuirá la velocidad ante la más que seguro presencia de guardias y haces luminosos. (Un puerto enemigo solía estar vigilado por centinelas que disparaban a matar). Al llegar a las redes y barreras de bloqueo, los aparatos se sumergirán para encontrar alguna abertura. (En el puerto de Alejandría dió la casualidad que en ese momento pasaban barcos que se dirigían de vuelta a puerto, y retiraron a su paso las barreras antisubmarino, pero el resto de veces, había que encontrar en la oscuridad la barrera (red) y seguirla para ver si presentaba desperfectos por los que pasar). De no encontrarlos deberán crearlos cortando la red con cizallas, ganchos y cuerdas de dotación.

Una vez dentro del puerto los aparatos regresarán a la superficie para navegar a cota gafas (quota occhiali). (A ojo pa entendernos)

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A partir de ese momento cada tripulación, navegando solo con la media cabeza fuera del agua, se dirigirá al blanco asignado, del que habrán memorizado la silueta. (En muchas ocasiones el barco había zarpado y los servicios de espionaje aún no habían enviado la información a los comandos).

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A 30 metros para llegar a su objetivo se sumergirán para alcanzar una profundidad mayor que la del calado del buque a ser atacado. Cuando el aumento de la oscuridad indique a los incursores que el torpedo está debajo del buque, se detendrá y emergerá lentamente hasta que los operadores toquen la quilla.

Procedimiento aletas de balance

En la Fase de colocación del explosivo y retirada, el piloto hará retroceder el maiale hasta que el segundo (entiéndase buzo), alcance la aleta de rolido de uno de los costados. (El Rolido es el movimiento del barco consistente en una oscilación transversal y los ESTABILIZADORES DE ROLIDO o QUILLAS DOBLES DE BALANCE son aletas fijas situadas en el pantoque (fondo) del barco que se extienden longitudinalmente para estabilizarlo).
Tras enganchar con una abrazadera tipo sargento, (sargenta), un cabo, (cuerda), en la aleta estabilizadora, el copiloto tocará varias veces el hombro del piloto para que avance hasta el otro costado. Una vez alcanzada la aleta de rolido opuesta, fijará el cabo con otra abrazadera. Con otra señal del segundo operador, el piloto retrocederá hasta la quilla, es decir, el centro del buque. Allí el asistente nadará hasta la proa del torpedo, enganchará la carga explosiva al cabo (recién colocado) y la separará del aparato, dejando la cabeza de guerra colgada bajo el buque. Después de regular la espoleta a dos horas los operadores, a bordo del S.L.C. desharán el camino para regresar al submarino (nodriza).

Ja,ja pero qué facil lo mostraba el protocolo !!! sin hablar de la turbidez del agua, mareas, condiciones meteorológicas, corrientes marinas, minas navales antisubmarinas, redes metálicas antisubmarinas, problemas logísticos y mecánicos, y un larguísimo etcétera.
Si bien como podemos apreciar el protocolo era “bastante preciso” las misiones confirmaron que la teoría se alejaba mucho de la realidad y necesidades de cada misión.

Mención especial al equipo y accesorios personales de los buzos, también conocidos como HOMBRES GAMMA: Respiradores, aletas, máscaras, trajes, cuchillos, brújulas, profundímetros y relojes.
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Una de las herramientas de trabajo más importantes fue el desarrollo de los autorespiradores ARO (Auto Respiratore Ossigeno) desarrollados por la compañía Pirelli. El dispositivo se contenía en una especie de “mochila” que recibía el aire exhalado rico en CO2 por el buzo reciclándolo, evitando así cualquier emisión de burbujas y permitiendo una gran autonomía.

El aire exhalado pasaba a través de un filtro de cal que atrapaba el dióxido de carbono y “alimentaba” una bolsa en la que inhalaba el buceador. Esta bolsa era abastecida de oxígeno por uno o dos pequeños cilindro de oxígeno puro (botellas) pero también por el oxígeno no consumido rechazado por el buceador. Pero para complicarlo aún más por si fuera poco, el dispositivo era peligroso a más de 6 metros de profundidad, la presión hacía que el oxígeno fuese tóxico, lo cual dificultó enormemente las operaciones debido a lo limitado de su operatividad, por lo que muchos buzos sufrieron narcosis y problemas tanto por exceso de dióxido de carbono como por exceso de oxígeno.

Pirelli también suplió los trajes de goma iniciales, si bien no eran más que sobre ropa resistente se vertía caucho líquido, y de forma similar se procedía con las aletas también suministradas por dicha marca. Para las máscaras igualmente se adaptaron cristales a la goma flexible.
El agua se filtraba al cabo de pocos minutos por las muñecas, tobillos y la cintura de los trajes de goma, y para en la medida de lo posible, paliar los efectos aletargantes del frío que entumecía el cuerpo y extremidades, los buzos se enfundaban en gruesas prendas de lana que evidentemente durante poco tiempo se mantenían secas.

Las máscaras Pirelli, precisamente tampoco garantizaban la estanqueidad en toda la misión, si bien aún a pesar incluso de la incomodidad del equipo los buzos preferían sentirse con cierta protección en ojos y cuerpo ante el inclemente mar así como por los cortantes salientes de los cascos de los buques enemigos, redes, boyas, minas, etc.

Una empresa florentina elaboró para la X Flotilla MAS instrumentos de medida miniaturizados y sumergibles como brújulas y relojes:

En 1915 una fábrica de relojes e instrumentos llamada Orologería Panerai ya había suministrado miras para cañones y prismáticos a la Regia Marina. Dichas miras tenían la particularidad de ser “auto-iluminantes” gracias a un compuesto radiactivo inventado por la propia Panerai. Por ello, cuando la Flotilla de Asalto requirió instrumentos que pudieran leerse en la oscuridad, el Estado Mayor hizo el pedido a dicha empresa.
Panerai creó entonces una serie de instrumentos de pulsera enormemente avanzados y fiables. Los números y letras de las esferas tanto de las brújulas, como de los profundímetros y de los relojes estaban pintados con una mezcla de sulfuro de zinc y bromuro de radio llamada Radiomir. Se trataba de instrumentos grandes, estancos y capaces de soportar grandes presiones y dotados de correas de cuero mucho más gruesas de lo normal para poder ser colocados sobre los trajes de buceo y resistir las tracciones y golpes propios de las situaciones extremas a las que se veían sometidos.
Panerai también suplía tanto de cuchillos como de una pequeña linterna miniaturizada a los buzos de los maiali como equipamiento de dotación en sus misiones.


EL RELOJ …

En cuanto a la pieza que nos da pie al tema, nos encontramos ante un bronce CuSn8 (Cobre-Estaño 8%) que se inspira en el estilo del Panerai Radiomir Bronzo PAM00760 que se vende a unos 19.000 € que se inspira a su vez en los Radiomir usados por los intrépidos marinos de la Décima Flotiglia MAS de acero obviamente de la misma marca, pero en este caso de la marca china Hruodland Watches y que se oferta a un interesante precio de unos 175 € aproximadamente. Viene ya con su “pátina” genial, je,je.

Es una marca que ya conocéis sin duda pero la verdad que ofrece algunas piezas de inspiración clásica tanto divers como fliegers a un precio asequible.

Hruodland

La pieza esconde algunas “sorpresas” o detalles que la hacen muy interesante, ya veréis.
El reloj presenta una esfera tipo California degradada que me “inspira” al fondo marino azul muy oscuro degradado muy sutil y que me evoca la “soledad” y frialdad de las aguas en donde se debieron encontrar los valientes marinos y tripulantes de los torpedos humanos “Maiale”.

Hay que mencionar que es muy oscura, casi negra, por lo que EMO le da cierto toque “añadido” en cuanto a profundidad de la misma con respecto a una esfera negra. La legibilidad es perfecta. Los índices tostados le dan un toque “envejecido” acorde con la caja. Disponen de lúmen que por cierto dura toda la noche perfectamente legible.
Las agujas de espadas muy largas, sólo dos, sin trotadora, presenta la horaria una división intermedia como elemento diferenciador de la minutera.

Como sabéis la teoría más extendida acerca de las esferas o diales California se remonta a la década de 1930 apareciendo por primera vez en Rolex y Panerai. Originariamente se le denominó esfera de “alta visibilidad” o “a prueba de errores” y se extendió su uso en la Segunda Guerra Mundial para facilitar la legibilidad en condiciones de combate con poca luz. Después de la guerra, el diseño dejó de usarse hasta que posteriormente una empresa con sede en California “revivió” el estilo y de ahí el nombre de esfera “California”.

Pero uno de los detalles más chulos, que no tiene que envidiar nada de nada a ningún diver que se precie de marca reconocida es el fondo. Damos la vuelta a la pieza y “voilà !!!” encontramos esta preciosa tapa dodecagonal con este profundo y bonito grabado alegórico que además hace referencia perfectamente a la historia del buceo, del que los Hombres Ganma forman una pequeña parte. Dicho relieve que me parece increiblemente sorprendente encontrarlo en este tipo de piezas.
Las leyendas no por obvias dejan de ser lindas, muchas veces lo obvio y evidente se olvida y pasa a ser agradable y bonito, léjos de historias, me recuerda al “Legend Diver” Sinceramente casi no puedo pedir más en una tapa.

Otro de los detalles a tener en cuenta para con este bronzo se encuentra en la agradable de manipular clásica corona diamantada, no muy grande, peeero que en este caso y en prefecta consonancia con el reloj, es ¡¡¡¡ roscada !!! No obstante por si fuera poco la misma presenta una preciosa ancla distintiva de la marca.

La máquina que anima el conjunto es una simple pero efectiva Ronda 502 de cuarzo, que no me desagrada por su comodidad, si bien en caso de querer cambiarla, la caja acepta perfectamente una humilde NH-35, todo se verá…

Encontramos además un grueso cristal de zafiro, bastante expuesto, si bien tímidamente protegido por un pequeño bisel, evidentemente todo rinde tributo a la historia del modelo.

La correa que viene con el conjunto, no le hace justicia aunque el ardillón no desmerece para nada al ser de buenas proporciones y en bronce o latón. La correa ha sido cambiada por otra más acorde y con un ardillón también de bronce dedicado que representa dos calaveras en relación a las ínfimas posibilidades de supervivencia con las que contaban los tripulantes de los maiali. “Memento Mori” incluido, “i love it”
El box que presenta es el típico cofrecito de plástico en este caso de color naranja, bastante contemporáneo pero cómodo, económico, coqueto y efectivo.

MENCIÓN ESPECIAL A LAS ASAS Y SU DESMONTAJE PARA AQUÉLLOS QUE NO HAYAN DESMONTADO NUNCA ESTE TIPO DE ANCLAJE: Más sorpresas.

Las asas son del mismo estilo que las del proyecto del foro, “extraíbles” mediante un tornillo que las fija, de las que además se encuentra recambio en Ali. Hasta ahí, bien. El tema viene por varios detalles derivados de dicho sistema.

Primero: Para quitar los tornillos hay que usar un destrornillador lo suficientemente grande para que abarque el ancho de la ranura del tornillo pero ojo que si es más ancho puede desgastar al limar la rosca de la caja.

Segundo: La cabeza del tornillo si apretáis demasiado se gasta y marca con nada, así que ojito también. por otro lado son dificilillos de encontrar, saltan con mirarlos, por lo emnos los de este modelo sin cabeza. Atentos que si se pierde uno adios muy buenas.

Tercero: Si te pensabas, como yo que quitando un asa, la otra se queda puesta y eso que me ahorro, no es así, digamos que las dos asas una vez montadas en la correa se introducen a la vez. Si intentas meter una mientras la correa está anclada a la otra sin quitar, la fuerzas.

Cuarto: Es importante: Resulta que ambas asas tienen en el centro un casquillo que las fija, ¿qué ocurre?, pues que al desmontarlas de la correa de serie, dicho casquillo queda en el centro de la misma oculto y no nos percatamos que quedó ahí. Por tanto al desmontar las asas y sacarlas de la correa habría que empujar con un destornillador para que dicho casquillo salga para poder introducirlo en la nueva.

Quinto: La idea es fácil: introduzco el casquillo en la nueva correa, pues no, porque es muy grueso y no cabe. Solución: con un destornillador algo más grueso “facilitamos abriendo un poco” el hueco para que el cuero dé un poco de sí o bien el propio pegamento ceda algo. Dado que las correas están pensadas para los pasadores normales o “pines” que son mas finos.
Después de todo lo cual montamos el conjunto y apretamos con sumo cuidado, je,je. Entretenido !!!

Os dejo este “MATERIAL COMPLEMENTARIO” por si os interesa completar información / datos.

Si os interesa el tema y la historia de los torpedos tripulados os recomiendo el libro, del cual se han extraído algunos pasajes.

LOS RAIDS DE LA DÉCIMA FLOTILLA MAS de Estéban Pérez Bolívar, (2017) de la colección Historia de los conflictos y Ediciones Salamina de 319 páginas y unos 19 euros de precio en la actualidad, y que podéis encontrar ya incluso en amazon.

La maqueta mostrada es el modelo slc maiale con tripulación de la marca italiana italeri. Es ésta:

La encontráis en tiendas de modelismo on line, físicas incluso en amazon, su precio ronda unos 25 euros aproximadamente en la actualidad.
En relación a la maqueta no dejéis de ver los siguientes videos, uno del montaje y pintado de la maqueta:

Y otro de la elaboración del diorama que evoca la incursión de los maili en el puerto de Alejandría. Está genial.

La medalla que se muestra es la Cruz al Mérito de Guerra italiana elaborada en bronce con cinta azul y blanca, y se otorgaba a la mayoría de los combatientes tanto de la Primera como la Segunda Guerra Mundial por servicio meritorio a los militares a los que se les había reconocido haber prestado servicio durante al menos cinco meses en una zona de guerra, que habían sufrido lesiones o mutilaciones en combate o bien que se habían distinguido en operaciones de gran importancia o si eran marinos, que habían completado un período de navegación de al menos 100 días.
Aquí encontráis más info acerca de dicha condecoración:

Si alguien está interesado en ella, la puede encontrar en plataformas de venta de militaria, incluso en generalistas como ebay y todocolección, aunque tiene que diferenciar la Cruz al Mérito de Guerra de Víctor Manuel III de Saboya que fue rey de Italia y quien la instauró en 1918 y tiene sus iniciales en el anverso que es la que se muestra según el momento histórico que nos ocupa de la WWII, de la de la República Italiana que en vez de dichas iniciales muestra RI en alusión a dicha República y que es posterior.

La correa mostrada es ésta, en 24 mm es un poco más cara, pero os aseguro que es grueso cuero, tiene el olor de los antiguos zapatos al sacarlos de la caja, no es una badanita fina pegada un polipiel. Viene grabada con el escudo de la Décima Flottiglia en ambas correas y con un pespunte color bronce muy a tono con el conjunto. Además en este caso viene con el ardillón, está muy bien de precio todo el conjunto.

Muchas gracias por vuestra paciencia al leer hasta aquí.
Saludos

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Post de los que hacen afición.

En cuanto al Hruonaldinho, aunque no soy de bronces, la verdad es que es muy bonito.

.

El nombrecito, junto con la testarudez de una agente aeroportuaria, le puso en un buen aprieto a Arturo Pérez Reverte…

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Sin palabras!!! Vaya hilo … @Choznillo , @Pedro843cc … y otros muchos, pasad por aquí que vais a disfrutar como “maiale en el barro”

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A intocables de cabeza.

Impresionante Óscar. Me quito el sombrero. :clap: :clap: :clap:

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Me quito el sombrero. Increíble la presentación! Aunque esa esfera california no es para mi, el reloj está muy bonito en general.
Enhorabuena!

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Que puñetero crack Óscar, pedazo de presentación, para los que nos gustan estas historias para gozarla sin parar, un millón de gracias, me lo voy a leer mil veces.

Y otra cosa, hace un rato, sin tener ni idea que ibas a colgar este hilo estaba pensando en el tema de cambio de de correas del Gamma porque seguro que las de Tom me entallan demasiado y te cascas este pedazo de manual para enmarcar al respecto, otro millón de gracias.

Que gusto da leer estas cosas con tanto gusto.

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:ok_hand:t3:
Menuda presentación… :heart_eyes:

Gracias.

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¡¡Triiiii, triiiii, triiiiple desde el pasillo de tu casaaaaa!! Acojonante hilo. Mil gracias por el curro, socio. :+1:

PD y al tío Cormac por el soplo, que andaba yo despistao… :thinking:

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Impresionante. Bravo por el hilo. Agradecido de tu esfuerzo por compartir tus conocimientos.

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Por cierto @psicoac , esa Ronda se jala las pilas cada dos años clavaos…

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Sí Roberto, cierto, las Renatta si son nueva, nuevas duran un poquito más pero si es la media amigo. :ok_hand:
No me importa automático, cuarzo o solar, lo que si se me pasa muchas veces dar cuerda es a los mecánicos, por eso tiendo a evitarlos un poco :face_with_thermometer:

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Los cracks sois vosotros y este foro, je,je.
Si Roberto, las asas removibles requieren “su tiempo” nada de prisas, y el casquillo central es importante porque facilmente “se olvida” dentro de la correa anterior, dado que no sale ni se cae, hay que sacarlo empujando con un destornillador o similar.

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Ja,ja,ja qué grande !!! :laughing:

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Gracias Antonio por el detalle, un orgullo :pray:
Un abrazo !!!

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Impresionante compañero!
Muchos aplausos por este hilo tan bien documentado. Yo leí El Italiano y por eso conozco la historia.
Y también si se me permite un olé! Por ese calibre de cuarzo. No es por nada pero reivindicar ese cuarzo me parece de justicia.

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:raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands::raised_hands: MATRICULA DE HONOR !!! Me quito el sombrero, pedazo de hilo…. Y de camino mas ansias todavia…. Enhorabuena tovarich…. :clap::clap::clap::clap::clap::clap::clap:

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Dado que os interesa el tema, como a mí, os transcribo el interesantísimo artículo realizado por Antonio Fierrez para la maravillosa web U-Historia.
Versa sobre la famosísima incursión y hazaña en el puerto de Alejandría, Egipto, por buzos de la Marina Italiana, pertenecientes a la Decima Flottiglia MAS a principios de la Segunda Guerra Mundial. No tiene desperdicio.

Lo tenéis aquí:
http://www.u-historia.com/uhistoria/historia/articulos/maiale/maiale.htm

De paso os invito a que os sumerjáis en ella, es apasionante y un inagotable manantial de valiosísima información acerca de la historia de la guerra submarina.

Torpedos Humanos Italianos

El torpedo humano italiano, el Maiale:

En la noche del 19 de diciembre de 1941, seis cabezas emergieron en la tranquila superficie del Mediterraneo, iluminada por la Luna, precisamente ante la entrada de la bahia de Alejandria, en Egipto. Aquellos seis hombres no nadaban. Tripulaban por parejas tres torpedos de seis metros de longitud. Eran italianos y su misión consistia en entrar sin ser vistos en la bahia y hundir a los acorazados británicos “Valiant” y “Queen Elizabeth”.

En el transcurso de una de las hazañas más extraordinarias y menos conocidas de la segunda guerra mundial, el heroico esfuerzo de aquellos hombres consiguió su objetivo.

Bajo el mando del teniente Luigi Durand de la Penne, los seis hombres, equipados con un nuevo tipo de arma submarina, guiaron sus torpedos, especialmente adaptados para desarrollar menor velocidad, a traves de los campos de minas que se extendian en la superficie y en las profundidades del mar.
A primeras horas de la madrugada, trabajando sin descanso y casi ahogándose mientras el enemigo patrullaba por encima de ellos, los italianos consiguieron su propósito. Poco después de las seis, el Capitan Charles Morgan, comandante del “Valiant”, rodó sobre cubierta a consecuencia de una violenta explosión. El acorazado que mandaba se posó sobre el poco profundo fondo de la bahia. Unos minutos más tarde, el “Queen Elizabeth” corrió la misma suerte, y un enorme petrolero británico anclado en las cercanias estalló, iluminando la escena con sus llameantes escombros.

En las guerras modernas no es frecuente que el vencedor se enfrente con el vencido en el preciso momento de conseguir su triunfo. Pero De la Penne se hallaba prisionero a bordo del “Valiant”. Al hundirse su buque, el Capitán Morgan se dirigió al italiano con estas palabras :

Ha conseguido usted una fantástica victoria.

Puerto de Alexandria
Antecedentes

A partir del dia en que el primer navio enarboló la bandera de la Italia unificada, en 1861, la Armada italiana vivió bajo la sombra de la Real Armada Británica. Los marineros italianos admitian sin circunloquios este hecho.

Padecemos un irrazonable complejo de inferioridad – decian -, los cañones británicos disparan con mayor velocidad y precisión, sus buques son más rápidos y maniobrables, sus jefes más intrepidos y experimentados.

Las pretensiones de Mussolini de dominar todo el Mediterraneo no eran más que bravatas mientras Inglaterra ocupase Gibraltar, Malta, Alejandria y Chipre. En 1940, este complejo de inferioridad había degenerado en parálisis. Los almirantes italianos hacian todo lo posible para evitar una batalla con la escuadra inglesa.
Eran muchos los oficiales italianos a quienes esta habitual inacción causaba una indignación que trataban de ocultar. Su disciplina era auténtica. Pero unos cuantos oficiales jovenes, más audaces, empezaron a pensar en armas más reducidas que pudieran arriesgarse a un encuentro con el enemigo.
Las lanchas torpederas constituian una posibilidad. Durante la primera contienda mundial, la flota italiana había conseguido éxitos considerables ante la armada austro-húngara, a lo largo de las costas dálmatas, utilizando diminutas embarcaciones que hundieron un total de tres curceros acorazados.
Pero había otras ideas en ciernes. Ya en Octubre de 1935 dos ingeniosos oficiales, los tenientes Teseo y Elios Toschi, habian empezado a experimentar con torpedos. Unos torpedos muy especiales que podian ser guiados por un hombre.
Al principio la idea resultó tan absurda como la de un hombre que domesticara un tiburon y cabalgase en él. Y no obstante ¿Por qué no?. Disminuyendo la velocidad del torpedo para que este resultara más maniobrable, afianzandose en él su piloto con la ayuda de unos estribos, y montando una dirección manual en vez de un control preestablecido, tan solo quedaba la cuestión de una buena escafandra para el piloto.
A finales de 1938, amenazando ya una guerra contra Inglaterra, un comandante de la Armada, llamado Paolo Aloisi, recibió la orden de estudiar la cuestión de los torpedos humanos. Trabajando en colaboración con dos inventores, Aloisi ayudó a preparar todos los planos. En Julio de 1939, o sea en visperas de la contienda, se encargaron dos torpedos especiales, o “cerdos”, (Maiale en italiano) como llegaron a ser llamados más tarde por sus propios tripulantes.
A principios de 1940, siete hombres más se unieron a Toschi y Aloisi para constituir una flotilla.Entre los siete figuraba el teniente Luigi Durand de la Penne, un joven pero corpulento oficial de la reserva, natural de Liguria. De la Penne, que ocultaba tras un natural campechano su enorme energia, no tardó en moverse con desenvoltura entre los cuadros de mando.
Primeras pruebas
El “maiale” sufrió grandes modificaciones a consecuencia de las pruebas efectuadas por la flotilla. El torpedo que surgió de esta evolución tenia unos seis metros de largo por medio de diámetro. Lo tripulaban dos hombres, con las piernas metidas en estribos, y el piloto quedaba protegido por un parabrisas de plástico montado ante la proa. La velocidad máxima del torpedo era de dos millas y media por hora, su radio de acción alcanzaba las diez millas, y la profundidad de inmersión quedaba limitada a unos treinta metros.

El torpedo se sumergia o emergia llenando o vaciando un depósito por medio de bombas eléctricas.

Palanca de inmersión rápida
Un acumulador de sesenta voltios cuidaba de la propulsión. Los mandos eran luminosos y podian ser consultados de noche y bajo el agua.

Puesto del piloto
La espoleta del “maiale”, de un metro y medio de largo y conteniendo trescientos veinticinco kilos de TNT, se desprendia del torpedo por medio de un simple pasador.

Cáncamo de fijado de la carga explosiva

Espoleta

Timón

Formaba parte del equipo unos alicates especiales para cortar redes, un ingenioso dispositivo accionado por aire comprimido y destinado a levantar las redes, grapas para fijar la carga a las quillas de los buques, y un voluminoso rollo de cuerda.

El piloto y su ayudante llevaban trajes de goma que los cubrian totalmente, excepto el rosto y las manos. Sus máscaras recordaban a los actuales equipos para pesca submarina y se alimentaban con botellas que contenian oxigeno a presión para seis horas.

El óxido de carbono era absorbido a trabes del mismo tubo y pasaba a un depósito que contenia cristales de sosa.
Primeras operaciones
El 10 de Junio de 1940, cuando Italia declaró la guerra a Francia y a la Gran Bretaña , los “maiales” no eran todavia fabricados en serie. La flotilla decidió utilizar inmediatamente sus doce torpedos de entrenamiento, a pesar de ser ya anticuados, contra el enemigo. En el puerto de Alejandria se encontraban dos acorazados y un portaaviones británicos que serian atacados durante la noche del 25 de agosto, aprovechando el plenilunio.
Todos los hombres de la flotilla se presentaron voluntarios para esta primera misión. Cuatro tripulaciones zarparon a bordo del submarino “iride”, figurando entre ellos el teniente De la Penne. En una pequeña bahia al oeste de Tobruk, el submarino se reunió con un petrolero y con un mercante italiano a bordo del cual viajaban un almirante y los cuatro “maiale”. Las explicaciones tácticas que, con gran lujo de detalles, se ofrecieron al almirante fueron interrumpidas al amanecer por un avión de reconocimiento enemigo que volaba muy bajo sobre la bahia. El mercante y el submarino lo atacaron con sus cañones antiaéreos, pero el aparato pudo escapar.
Todavia hoy no está muy claro por qué el “Iride” no embarcó los “maiales” y se puso a salvo en alta mar; lo cierto es que no se hizo nada.

A las once y media de la mañana tres aviones británicos aparecieron de improviso, procedentes del mar. Volaban muy bajos, casi rozando las crestas de las olas, y a ciento cincuenta metros de distancia se desprendieron de los torpedos que llebavan bajo sus fuselajes. Dos de ellos fallaron el blanco, pero el tercero alcanzó al submarino en pleno casco. El “Iride” se hundió en menos de un minuto y tan solo una parte de su dotación pudo ponerse a salvo.
Eran muchos los expertos en natación que podian actuar en aquel lugar con vistas al salvamento. Los tripulantes de los cuatro “maiales” vistieron sus trajes especiales y se sumergieron a quince metros de profundidad hasta localizar el submarino en el fondo de la bahia. Por medio de golpes en el casco descubrieron que nueve marineros vivian todavia en la sala de torpedos de proa y que la escoilla de salvamenteo había quedado atascada.
Durante veinte horas interminables los ocho buceadores trabajaron sin cesar en la escotilla de salida, mientras el oxígeno iba escapando lentamente del submarino. Por fin poco antes de amanecer, la escotilla cedió ante el esfuerzo conjunto de los buzos. Los hombres que se hallaban en el interior del submarino estuvierona punto de enloquecer de pánico al recibir la orden de inundar su compartimiento y ponerse a salvo a nado. Varios de ellos no sabian nadar y se negaron a inundar el compartimiento.
Finalmente, el capitán ordenó que se les dirigiera el siguiente mensaje por medio de golpes sobre las mamparas del casco : “Inundad el compartimiento o nos veremos obligados a abandonaros”.
Pocos minutos despúes un surtidor de burbujas en la superficie del mar indicó que la orden había sido obedecida. Uno a uno, ocho de los cautivos se remontaron hasta la superficie y fueron izados a bordo del mercante. El noveno permaneció abajo, en una diminuta bolsa de aire que no tardaria en extinguirse. Al no saber nadar, había enloquecido y amenazaba con matar a cualquiera que tratase de arrancarle del inundado compartimiento.
El almirante agotó su paciencia y ordenó que el hombre fuera abandonado. Entonces el teniende De la Penne pidió que se le permitiera hablar con el almirante.

  • Concédame la oportunidad de bajar y tratar de salvarlos – dijo.

De la penne recibió permiso para sumergirse. Corriendo un peligro más que considerable, entró por la escotilla de escape y localizó al submarinista demente. Los dos hombres lucharon, con sus cabezas emergiendo precariamente del agua y respirando el escaso oxígeno que aún quedaba en el submarino hundido.Para terminar con aquella desagradable situación, De la Penne tuvo que aurdir de un golpe a su contrincante, y aprovechando una última bocanada de aire salió por la escotilla y se remontó arrastrando al marinero.
Sus compañeros lo vitorearon y el almirante le prometió una medalla. Pero las felicitaciones se extinguieron ante la decepcionante realidad de que la incursión contra Alejandria había fracasado, antes incluso de iniciarse.

Al regresar a La Spezia, la flotilla empezó a planear un segundo ataque aún más ambicioso. Se trataba de un doble golpe : en la noche del 29 de septiembre los “cerdos” iban a infiltrarse en los puertos de Alejandria y de Gibraltar. En una sola noche de trabajo toda la flota británica del Mediterráneo podía ser puesta fuera de combate. Los miembros de la flotilla se mostraban entusiastas. Aquella vez no habria errores.
El 28 de Septiembre, el sumergible “Gondor” estaba sumergido a pocas millas al oeste del puerto de Alejandria.
De pronto llegaron malas noticias. Un reconocimiento aéreo había descubierto que la escuadra británica había zarpado de Alejandria pocas horas antes. El “Gondor” y sus desalentados torpedistas iniciaron el regreso a la base.
Al dia siguiente mientras navegaba en superficie, el submarino viose obligado a sumergirse sin perder tiempo, al aparecer en el horizonte varias unidades navales enemigas.

Por desgracia, estas lo habian divisado.

Dos “maiale” sobre el sub “Gondor”
El “Gondor” permanecio inmovil mientras las cargas de profundidad estallaban a su alrededor. Por una ironia del destino, los buques británicos que lanzaban aquellas cargas eran los destructores de escolta de los acorazados que el “Gondor” había querido destuir. Los destructores no hicieron su trabajo a medias. Al cabo de una hora, una carga de profundidad reventó los tanques del submarino y este emergió casi enseguida. Varios de sus tripulantes treparon freneticamente por las escalas y se lanzaron al mar antes de que el buque volviera a hundirse hasta el fondo. Fueron recogidos por un destructor británico. Entre los supervivientes se contaba el teniente Toschi, uno de los inventores del “maiale”, y el teniente Brunetti, comandante del “Gondor” y antes del “Iride”, un hombre al que la suerte le había vuelto la espalda.
Así fracasó, aún más estrepitosamente, la segunda incursión contra Alejandria.

De la Penne tuvo más suerte. A pesar de sus vivas protestas, se le había separado del grupo que debia atacar el puerto de Alejandría, plan al que tanto había contribuido y se le había asignado para la incursión simultanea contra Gibraltar.
El submarino “Scire”, capitaneado por el principe Valerio Borghese, zarpó de La Spezia con tres equipos de torpedistas, incluyendo a De la Penne. En la mañana del dia 29 se recibión un mensaje cifrado de Roma, indicando que las unidades británicas de Gibraltar, al igual que las de Alejandrïa , habian abandonado su base. A solo cincuenta millas de su objetivo, el “Scire” tuvo que disistir de su empresa. Sin embargo tuvo más suerte que el “Gondor”, pués consiguió regresar sano y salvo.
Muy a pesar de los consejos de De la Penne, fueron abandonados entonces todos los proyectos acerca de una incursión contra Alejandría. La opinión del joven oficial era muy distinta : la caza mayor – portaaviones y acorazados – echaba sus anclas en Alejandría; Gibraltar solo daba albergue a unidades ligeras y a buques mercantes.

No obstante, a diferencia de tantos oficiales italianos, De la Penne supo dar un toque de realismo a lo dramático de la situación. Los fracasos no eran irremediables, aunque dos incursiones contra el puerto egipcio hubieran carecido de éxito. Los “maiale” todavia no habian pasado por la prueba de fuego. Era posible que existiesen fallos técnicos y en Gibraltar los pilotos de los torpedos tendrian, por lo menos, una oportunidad de nadar hasta España con informes sobre las modificaciones que debian llevarse a cabo.

Pero el fracaso perseguia a la flotilla como su fuese su propia sombra. El 21 de Octubre de 1940, el “Scire” zarpó de La Spezia rumbo a Gibraltar. Ante Gibraltar, el submarino se mantuvo en inmersión entre corrientes muy peligrosas, a solamente mil metros de la entrada del puerto y en pleno dia. Aquella vez no hubo contraorden desde Roma. La acción debia continuar.
Poco después de oscurecido, el submarino emergio cautelosamente en la rada española de Algeciras, siempre a la vista del enemigo. Fue un verdadero alarde de navegación a ciegas. A la una y media de la madrugada, con su tripulación medio asfixiada por la falta de oxigeno, Borghese emergió del todo con su viejo “Scire”.

Dirigidos por Tesei, las tres tripulaciones partieron con intervalos de dos minutos a bordos de sus “cerdos”. El compañero de De la Penne era un pescador corpulento y sereno que nadaba como un pez : el sargento Emilio Bianchi. Ambos salieron en tercer lugar.
Todo marchaba bien. De la Penne y Bianchi avanzaron parcialmente sumergidos, con las cabezas a flor de agua pero respirando con sus bombonas por si acaso era necesario sumergirse con rapidez. El torpedo marchaba con toda regularidad y suavidad, pues los dos pilotos habian querido repasarlo en el último instante.

No era mucha la distancia que los separaba de Gibraltar, pero una Luna brillante se reflejaba en el puerto. De la Penne, preocupado por la estela que dejaban , redujo la velocidad del torpedo. De pronto, oyó el rumor de una lancha motora y el haz del reflector de un partullero antisubmarino pasó junto a ellos. De la Penne accionó la palanca de inmersión.
Cuando se hallaban a quince metros por debajo de la superficie, restauró el nivel del torpedo. Reinaba la oscuridad, pero su vehiculo funcionaba a la perfección. Sin embargo, en un momento dado notaron una ligera detonación en el motor. El “maiale” se inclinó y se hundió hasta el fondo. Los dos pilotos se aferraron al torpedo durante un buen rato y después se separaron de él.
Salieron a la superficie. El reflector se había extinguido. De la Penne dio una palmada en el hombro de Bianchi y los dos hombres volvieron a sumergirse. A cuarenta metros de profundidad tocaron fondo. Allí, en una noche de negrura absoluta, merodearon durante lo que les parecío una eternidad en busca del “cerdo”. Su única pista era la fosforescencia del tablero de mandos del torpedo.

Por fin consiguieron hallarlo, medio sepultado en el cieno. Durante otros diez minutos permanecieron en el fondo del mar y hurgaron en el motor a pesar de la impenetrable oscuridad. De la Penne conocia perfectamente su obligación en caso de emergencia. Hubiera sido capaz de desmontar y montar el motor con los ojos vendados. Pero el torpedo se negó a ponerse en marcha. Por fin, sufriendo ya los efectos de la elevada presión, dieron lentamente has la superficie. Para ellos la incursión había terminado.
Se despojaron de sus trajes especiales y nadaron hasta España.

Tesei y su acompañante pasaron también sus apuros, pero esta vez la culpa no fue del “maiale” sino de las defectuosas escafandras. Medio ahogados, tuvieron que abandonar el torpedo.

Intentando romper las defensas

La tercera dotación atravesó las defensas y penetró en el perímetro interior del puerto de Gibraltar. Una vez allí, el “maiale” se averió y los dos hombres fueron capturados. La espoleta estalló en la bahia, pero los ingleses no consiguieron averiguar de qué se trataba hasta que los agentes británicos dieron una idea aproximada de aquella nueva arma secreta.

Las defensas británicas no tardaron en ser reforzadas, especialmente en Gibraltar. Los reflectores iluminaban de continuo todas las entradas. Las redes fueron revisadas. Silenciosas lanchas patrulleras navegaban por todas partes, manteniendose a la escucha mediante sus hidrófonos. En plena noche eran lanzadas con frecuencia pequeñas cargas de profundidad, capaces de matar a cualquiera que se hallase en el agua en un radio de treinta metros.
En Gibraltar los ingleses llegaron hasta el punto de organizar pelotones de buceadores para inspeccionar a intervalos regulares las quillas de todos los buques anclados en la rada.

Pero no eran las contramedidas del enemigo lo que tenia en jaque a la flotilla italiana. Tesei, De la Penne y otros se lanzaron a frenéticas pruebas. Pero en una segunda incursión contra Gibraltar, los cerdos volvieron a fallar. La tercera, el 26 de Mayo de 1941, terminó con el mismo desastroso resultado.
Otros hubieran abandonado su tarea, pero aquellos eran hombres entregados de pleno a su misión. , La cuarta tentativa, el 20 de septiembre, viose coronada por el éxito : dos mercantes y un petrolero fueron hundidos. Los “cerdos” se mostraban por fin dignos de confianza, y las medidas adoptadas por los ingleses no podian detener a aquellos insensatos italianos. En los dos años siguienes, catorce buques fueron hundidos tan solo en el puerto de Gibraltar, varios de ellos en pleno dia.
F.E. Goldsworthy, oficial del servicio británico de inteligencia naval en Gibraltar, ha declarado :

  • Cada una de estas operaciones exigia a los atacantes un esfuerzo físico y una osadia que habrian conseguido granjearse el respeto de cualquier armada del mundo.

Borghese fue nombrado entonces comandante de la división submarina, llamada la Décima Flotilla Ligera, que había sido reorganizada para incluir entre sus filas lanchas motoras explosivas. Dichas embarcaciones iban cargadas de trilita y eran lanzadas a toda marcha contra los buques enemigos.
Parecia como si la lancha explosiva fuera a convertirse enseguida en la mejor arma ligera de los italianos en su lucha maritima. En marzo de 1941, una docena de estas embarcaciones partieron en su buque nodriza y navegaron durante varias millas de mar abierto hasta llegar silenciosamente y sin que badie pudiera advertirlo, a la bahia de Suda, un puerto destinado al aprovisionamiento de las fuerzas británicas en Creta. Las diminutas lanchas, cargadas de explosivos, surcaron raudas la bahia. Sus pilotos fijaron los rumbos necesarios para la colisión con los buques enemigos y a doscientos metros de la muerte se lanzaron al mar. En este ataque los italianos hundieron tres buques mercantes, averiaron muy seriamente al cruceor “York y escaparon con un mínimo de bajas. Una lancha de rescate atravesó una lluvia de proyectiles británicos para rescatar a los pilotos, y consiguió ponerse a salvo en alta mar.

Cuatro meses más tarde, la décima flotilla intentó la misma hazaña en Malta. Tesei había abandonado su propio invento, el “maiale”, para dirigir el ataque.
Este fue un completo desastre.

Una fuerte barrera de boyas con una red de acero cerraba la entrada del puerto. La aviación italiana, encargada de destruir el obstáculo, había bombardeado por error otro puerto. Nueve lanchas explosivas rugieron como avispas enfurecidas y tuvieron que volverse atrás sin poder entrar. La artilleria de costa empezó a centrarlas con sus disparos mientras rondaban indefensas ante la barrera. Sin vacilar un momento, Tesei lanzó su lancha directamente contra la barrera. Saltó demasiado tarde y la explosión acabó con él. Su cuerpo nunca fue hallado.
Lo más triste es que murió en vano. La red se desprendió, pero el pesado armazón de madera flotó en la superficie. La entrada era impracticable. Otro piloto trató de volar la barrera, pero falló y encontró también la muerte. Las demás lanchas dieron media vuelta y emprendieron la retirada, derrotadas. Acosadas en alta mar por la R.A.F. fueron destruidas una a una. Tan solo una de ellas consigió escapar.

Con ello se dio por terminada la utilización de las lanchas motoras explosivas. La osadia no bastaba; se necesitaba sutileza y astucia para burlar la vigilancia de las bases británicas. Los torpedos humanos eran la solución.
Resulta de una ironia trágica que Tesei muriese luchando con un arma distinta a la suya. “ El éxito de la misión – había dicho – no tiene gran importancia; tampoco lo tienen los efectos que pueda causar en la marcha de la guerra. Lo que de veras cuenta es que existan hombres dispuestos a morir en la tentativa .“
Esas palabras suenan un tanto a alocución fascista, pero tiene aún mayor amplitud. Tesei vivió y murió protestando contra el decadente efecto del hombre por el placer y la comodidad, contra su disposición a sacrificar el honor, el coraje y la propia virilidad por el derecho a no arriesgar la vida.

También De la Penne tenia estas ideas y trató de continuarlas al tomar el mando de la Décima Flotilla. Lo consiguió; pero al final la moral de la organización descansaba sobre todo en la camaraderia y lealtad de aquellos hombres valerosos, que compartian una tarea peligrosa, agotadora y a veces imposible.

La Flotilla llevaba una vida retirada y secreta en su propia base, rodeada por los pinos de la costa del Mediterráneo occidental. Se trabajaba duramente y los oficiales eran los primeros en dar ejemplo. Les había sido confiado el viejo crucero “San Marco”, usado anteriormente en los ejercicios de tiro, y dos veces por semana lo atacaban con los “cerdos”. Los dias de descanso eran empelados para meditar en nuevos tipos de obstaculos o redes y en los sistemas más adecuados para franquearlos. También hacian prácticas con los buques de guerra italianos anclados en La Spezia. En cierta ocasión, De la Penne y otras dos tripulaciones “hundieron” el acorazado “Giuliu Cesare”, a pesar de que su capitán había sido prevenido de que se realizaria el intento.
Su vida en el bosque de pinos tenia bastante de idílica: no había periodicos, ni charlas políticas ni mujeres. Nadaban y jugaban al balón volea constantemente, pescaban y cazaban. Estudiaban mapas y fotografías aéreas de Alejandria, Malta y Gibraltar, y conocian cada uno de estos puertos por su configuración submarina.

Era indispensable el más absoluto secreto. Ni siquiera sus padres y esposas conocian la verdadera finalidad de la Décima Flotilla. A finales de 1941 los ingleses tenian una vaga idea de lo que allí se tramaba; pero ni un solo detalle se filtró desde Italia o desde los campos de prisioneros italianos, a pesar de los interrogatorios de los oficiales de los servicios de inteligencia británicos.
Los últimos meses de 1941 acarrearon un desastre naval tras otro a los aliados, tanto en el mediterraneo como en el Pacífico. De las tres armadas del Eje, tan solo la italiana permanecia inactiva.
De la Penne se dejó llevar por la ira y acosó a Borghese de dia y de noche para que pudiera en práctica el tan demorado ataque contra Alejandria. El comandante no tardó en ceder, y el Estado Mayor naval dio su permiso.
Alejandría
Borghese convocó a los miembros de la Décima Flotilla y pidió voluntarios para una misión que probablemente no les permitiria regresar. No reveló su destino, pero todos los adivinaron : Alejandria. Con rostros sonrientes, todos los hombres de la flotilla dieron un paso al frente.

Borghese les dio las gracias y seleccionó las tripulaciones. De la Penne asumiria el mando de la incursión. Le acompañaria Bianchi, su inseparable ayudante. Las otras dos tripulaciones estarian formadas por el capitan Marceglia y el buzo Schergat, y por el capitán Martellotta y el buzo Marino. Una cuarta tripulación permaneceria en reserva.
No fueron necesarios nuevos planes. Todos conocian al dedillo el fondo del puerto de Alejandria. Las fotografías aéreas no indicaban la existencia de nuevas instalaciones. En ellas aparecian claramente el “Queen Elisabeth” y el “Valiant”, muy al interior del puerto y bien rodeados por sus propias redes antitorpedos.
El “Scire” zarpó de La Spezia al atardecer. En alta mar, una unidad ligera se acercó al submarino y los tres “maiale” fueron cargados a bordo de éste. Los torpedos números 221, 222 y 223 acababan de salir de una revisión de fábrica. De la Penne hizo colocar el 221 en el compartimiento situado a proa del submarino, los otros dos se guardaron en popa.
La operación EA-3, la tercera intentona contra Alejandria, había comenzado.
Ante ellos esperaba el enemigo. De la Penne y sus hombres celebraron una última y breve reunión para examinar los mapas. Todo quedó perfectamente comprendido. Después familiarizados con las costumbres de los submarinistas, los torpedos humanos treparon a sus hamacas y descansaron.

Leyeron, durmieron y se repartieron una enorme tarta de frutas que alguien había traido consigo. El dia quince, De la Penne repartió una considerable suma en moneda inglesas para utilizar en la huida. Los seis hombres no tenian grandes esperanzas de volver a pisar suelo italiano. Todos ellos habian escrito largas cartas a sus esposas y familiares, cartas que debian ser enviadas algún tiempo después de terminada la peligrosa misión.
El dieciseis el tiempo empeoró y el submarino solo pudo navegar en superficie durante breve rato. Borghese estaba preocupado por el largo periodo de tensión impuesto a los hombres que se hallaban confinados en sus literas.
La operación debia dar comienzo a última hora de la tarde del dia siguiente, pero el diecisiete Borghese la aplazó hasta el dia siguiente. Ningún parte de reconocimiento les había sido transmitido por el operador de radio de la Décima Flotilla, quien se había desplazado expresamente a Atenas para dicha misión. A las diez de la mañana del dieciocho, el “Scire” se hallaba sumergido a treinta millas de Alejandria , en un lugar muy peligroso, y seguia careciendo de los informes de la aviación de reconocimiento.
Borghese maldijo a sus compatriotas en general por su ineficiencia, y llamó a De la Penne. Los torpedos no saldrian al encuentro de una muerte o una captura casi inevitable sin estar seguros de que sus presas – El “Queen Elizabeth” y el “Valiant” – seguian en el puerto. Pero el “Scire” no podia permanecer otro dia en aquellas aguas patrulladas constantemente por los ingleses. El desdichado fin del “Gondor” pesaba en las mentes de todos.

Había llegado el momento de tomar una decisión. De la Penne rogó a Borghese que les llevara a Alejandria aún careciendo de noticias. Si los dos acorazados habian zarpado, siempre podian hundir algún mercante. En aquel momento el telegrafista captó un mensaje del operador de Atenas. Dos aviones alemanes habian realizado el reconocimiento : El “Valiant” y el “Queen Elizabeth” seguian en el puerto. La noticia era excelente y De la Penne palmeó con alegria el hombro de su comandante.

  • Muy bien – dijo Borghese con semblante severo - , lo que ahora debemos hacer es atravesar los campo de minas.
    Formidables obstaculos cerraban el paso ante Alejandria. Los servicios de espionaje habian localizado un laberinto de minas que se extendia en un ancho de veinte millas. En medio del campo minado existia un circuito de minas de modelo más reducido y dentro de él una linea de cables detectores. La red que impedia el acceso al puerto propiamente dicho representaba un serio problema para los torpedos humanos.

Minas y cables estaban muy bien señalados en los mapas, siempre y cuando estos conservaran su vigencia. De la Penne estuvo de acuerdo con Borghese en el detalle de que el camino más seguro era el más cercano al fondo del mar. También allí podia haber minas, pero siempre las habria en menor cantidad. El “Scire” inició el avance. Cuando hubo recorrido veinte millas se detuvo y descendió con suavidad hasta tocar fondo.De la Penne se reunió con sus hombres y se tumbó en una de las literas. Nada podian hacer; si chocaban con una mina eran hombres muertos; si no, la misión continuaba.
El “Scire” continuó su lento avance, rozando de cuando en cuando el fondo. A medida que transcurrian las horas latensión iba en aumento. Borghese había sido condecorado con la Medalla de Oro (la más alta distinción italiana) por su navegación a ciegas en Gibraltar; tal vez fuese capaz de repetir la proeza.

A las 09:30 el “Scire” izó cautelosamente su periscopio. No había nada a la vista. Borghese ordenó la emersión y corrió hacia la torre de mando para comprobar el rumbo. ¡ Perfecto ¡. Una noche clara, un mar tranquilo, y a lo lejos podia distinguirse el faro.

Esquema del ataque
Llamó a cubierta a los buceadores, incluso a la tripulación de reserva. Estos dos últimos hombres abririan las compuertas de los compartimientos de torpedos, evitando con ello un cansancio innecesario a los atacantes. Fueron ajustadas las máscaras y se abrieron las espitas de oxígeno. Borghese cerró la escotilla de la torre y se dispuso a sumergirse.

El “Scire” descendió a seis metos de profundidad y escuchó con sus hidrofonos, tratando de detectar el zumbido de los motores de los torpedos. El número 221, el vehiculo pilotado por De la Penne, salió de su cabina, y poco después le siguieron los otros dos. Borghese estuvo escuchando hasta que no pudo distinguir ya el rumor de los motores…….
De la Penne y Bianchi comprobaron que su “maiale” funcionaba a la perfección. Pocos minutos después de abandonar el submarino, el comandante de los incursores decidió subir con su torpedo a la superficie para comprobar su navegación. Marceglia y Martellotta a parecieron con sus “cerdos” a poca distancia del torpedo tripulado por De la Penne. Hasta el momento, el ataque se desarrollaba dentro del horario previsto.

Flotando comodamente a lomos de sus “Maiale” y solos en alta mar, los torpedos humanos abrieron sus raciones alimenticias y esperaron, contemplando las distantes luces del puerto y especulando sobre los peligros que aún podrian salir a su paso.
Una hora después se pusieron en marcha hacia las luces, sacando tan solo sus cabezas fuera del agua. De nuevo tuvieron que detenerse, pero entonces no cambiaron palabra alguna. Se oian con toda claridad voces egipcias en el muelle comercial.
De pronto hizo su aparición una enorme lancha motora provista de un reflector. De acuerdo con lo previsto, los hombres-torpedos se sumergieron en el acto y se acercaron a toda velocidad al muelle. Pequeñas cargas de profundidad empezaron a caer en el agua, lanzadas por la lejana lancha. Los tres “cerdos” se reunieron bajo el agua, junto al espigón del muelle, y cada hombre se preguntó si la incursión había sido descubierta.

Las cargas de profundidad cayeron más cerca y las ondas expansivas lanzaron a los seis hombres contra los cimientos del muelle. La motora se aproximó más y una carga final estalló a cincuenta metros de distancia. La explosión les hizo el efecto de recibir un gigantesco puñetazo. Después, la lancha se alejó

A las 12:10 las tres tripulaciones, siempre sumergidas, guiaron sus torpedos hasta la red que cerraba el acceso al puerto. Un cuidadoso examen no pudo revelar abertura alguna y De la Penne vaciló antes de utilizar los aparatos neumáticos para levantar la red, temiendo que algún detector eléctrico pudiera alertar al enemigo antes de tiempo.Pero entonces tuvieron un golpe de suerte. Tres destructores británicos pidieron entrada. De la Penne observó como los reflectores barrian el puerto y las zonas de entrada donde ellos se hallaban. La luz se filtró a traves de las aguas y por fin se perdió en la verde profundidad.
La red se abrió para dar paso a los destructores y los tres “cerdos” los siguieron, muy cercanos a las espumeantes hélices. Pero debido a las prisas por salvar el obstaculo las tres tripulaciones perdieron el contacto entre si. En el negro abismo de las aguas del puerto cada torpedo italiano tuvo que seguir su propia orientación.
De la Penne y Bianchi pasaron junto a varios cascos que identificaron como pertenecientes a los buques franceses internados, que seguian inactivos bajo el mando de sus oficiales adictos a Vichy. Una sola vez subió De la Penne a la superficie para comprobar su rumbo, y después volvió a sumergirse. No sentía un gran nerviosismo. Aquello era como cualquier maniobra de prácticas, y además conocia hasta el más íntimo detalle del puerto.

Pero no tardaron en presentarse apuros. Su traje de goma negra había estado permitiendo una ligera filtración de agua desde que abandonaron el submarino. Después de pasar más de tres horas sumergido en aguas heladas empezó a sentirse entumecido mientras seguia buscando su presa. Sus movimientos eran más lentos y tenia la impresión de no poder pensar con claridad. Pero no cabia abandonar la misión.

Llegó junto a una red antitorpedos, pero no era la que él estaba buscando. Era la que rodeaba al “Queen Elizabeth” y éste pertenecia a Marceglia. No se veian señales de los otrs “cerdos” y siguió avanzando.

Después pudo localizar otra red. Sus manos desnudas estaban casi paralizadas por el frio. El agua chapoteaba junto a su espalda a causa de la filtración de su traje. Nunca había pasado tanto frio. Pero había dado con su red. Era la red que había estado buscando. Dentro de ella estaba anclado “su” acorazado. De la Penne buscó desesperadamente un orificio de entrada, palpando en la oscuridad, hasta que consideró que había descrito una vuelta completa alrededor del buque. Pero no había ninguna abertura.
Descendió con el”maiale” hasta tocar fondo y Bianchi abandonó sus estribos para aplicar el dispositivo de aire comprimido destinado a levantar redes. Sin embargo , se trataba de una red de un nuevo modelo muy rígido y el aparato no pudo levantarla lo suficiente. Bianchi regresó junto al “cerdo”, y De la Penne le llamó la atención con un golpecito en el hombro.
Solo quedaba otra posibilidad. Pasar por encima de la red.

Con extraordinarias precauciones los dos hombres asomaron sus cabezas a flor de agua. Oscuridad en todas partes. Y ante ellos el gigantesco navío……

  • No experimenté gran emoción – explicó después De la Penne -,
    Estaba demasiado helado a causa de la infiltración de agua en mi traje. Llegué a temer que no podria continuar.

Pero continuó. Los dos hombres bregaron hasta ponerse al nivel del agua, a la vista del “Valiant” si alguien hubiera tenido la ocurrencia de encender una luz a bordo.
A las dos y veinte se hallaban ya en el perímetro interior de la red y se sumergian de nuevo a velocidad reducida.

Unos momentos más tarde, con De la Penne cabalgando en la proa del torpedo, tocaron el casco del “Valiant”.
En aquel preciso momento, como había ocurrido ya en Gibraltar, el motor del “maiale” se paró y el torpedo se fue a pique. De la Penne nadó en pos de él. Bianchi había desaparecido. La escafandra de De la Penne empezó de pronto a llenarse de agua y el oficial ingirió un buen trago del salobre liquido. Volvió a emerger, respiró unas bocanadas de aire y vació la máscara. Después volvió a sumergirse. Después de aquellos años de prueba, estaba ya demasiado cercano a su objetivo para darse por vencido.
Pero ¿Dónde estaba Bianchi?

De la Penne localizó el “maiale” en el fondo y trato de poner en marcha el motor. No se veia ni rastro de su compañero. Finalmente , inspeccionó la hélice del torpedo y descubrió que los alambres de la red se habian enredado en ella. Lanzó un juramento. Nada podia hacerse excepto empujar a fuerza de puños el inerme “cerdo” debajo del “Valiant”. De la Penne luchó, sudó y casi lloró ante aquel contratiempo. Su escafandra dejaba entrar mayor cantidad de agua y el pesado torpedo solo se movía unos cuantos centimetros cada vez que lo empujaba con todas sus fuerzas. Tampoco estaba seguro de si lo impulsaba en la dirección apropiada. El cieno del puerto ocultaba la brújula y tuvo que nadar a ciegas hasta que volvío a tocar el acorazado.

Tragó agua otra vez y se sintó mareado. Tuvo miedo de que le acometiera un vómito. En tal caso, se veria obligado a emerger otra vez. Empujo el “cerdo”. Unos palmos más. Avanzó a nadó y comprobó la situación del casco. Volvió a tirar del torpedo y después lo empujó. Por fin, este quedó situado debajo del casco. Solo podia distinguir la esfera del relog. Con un postrer gesto de su mano cronometró la explosión para lo que le pareció ser las seis, y emergió de nuevo, pués el agua llegaba ya a sus fosas nasales.
En la superficie del mar, Bianchi arrancó la máscara de su compañero y lo hizó hasta la boya de anclaje del “Valiant” Los dos se aferraron a ella. De la Penne estaba exhausto. Apenas pudo oir como Bianchi le explicaba que se había desmayado al fallarle el suministro de oxígeno y que ni siquiera se explicaba como se había librado de ahogarse.
A las tres y media de la madrugada una lancha motora británica que patrullaba por las cercanias los descubrió con su reflector.
Aunque De la Penne se había recobrado hasta cierto punto, ninguno de los dos hombres se hallaba en condiciones de oponer resistencia. Fueron izados a bordo de la lancha y llevados a tierra. En el interrogatorio subsiguiente, De la Penne se mostró muy parco en sus explicaciones. Bianchi se limitó a narrar sus desdichas y los oficiales del servicio de información naval expresaron una irónica conmiseración ante su fracaso.

Poco después de las cuatro los dos italianos subieron a bordo del “Valiant”. El capitán Morgan escuchó con reticencia el informe según el cual los italianos habian fracasado en su misión. Les sirvió una doble ración de ron e inició un nuevo interrogatorio. A pesar de la orden de Morgan de que se mantuvieran despiertos, Bianchi no tardó en quedarse dormido.
De la Penne se había recobrado totalmente de su fatiga. Tal vez hubiera un brillo triunfal en su mirada, lo cierto es que Morgan se negó a dejarse ablandar. Lo que hizo entonces el capitan inglés resulta comprensible desde un punto de vista humano. Sin embargo, no dejó de ser una violación del tratado de Ginebra en cuanto a las normas sobre el trato que ha de darse a los prisioneros.

  • Puesto que el teniente De la Penne se niega a decir si ha fijado algún explosivo al buque – declaró Morgan - , lo encerraré bajo cubierta en un lugar cercano al que supongo habrá previsto él para la explosión.
    Después ordenó que la tripulación se refugiara en las cubiertas superiores.

  • Fuimos trasladados a la bodega situada entre las dos torres de artilleria – afirma De la Penne - , Cuando nuestros guardianes nos dejaron solos, dije a Bianchi que todo había terminado para nosotros; pero que, por lo menos, nuestra misión había sido cumplida.
    Entretanto, ¿Qué había sido de las otras dos tripulaciones?

Todo había transcurrido a la perfección para Marceglia y Schergat. A las 03:15 habian fijado la carga explosiva junto al casco del “Queen Elizabeth”, hundieron el “cerdo”, enterraron sus trajes de buzo y llegaron a la costa sin ser vistos. Pasaron una noche de frio en pleno desierto hasta que apareció el sol y secó sus ropas. Después, haciendose pasar por marineros franceses, pasearon tranquilamente por la ciudad. Tomaron un tren hasta Rosetta, donde llegaron sin novedad, pero a la mañana siguiente fueron aprehendidos por la policia egipcia mientras merodeaban con aire inocente por la costa en busca de alguna pequeña embarcación a la que poder hechar mano.

Martellortta y Marino tuvieron menos suerte, pero a la larga les sonrió el éxito. Debajo de la quilla del petrolero de dieciseis mil toneladas, Martellotta se sintió muy indispuesto al llenarse su máscara de agua de mar. Marino consiguió fijar la carga explosiva y los dos hombres llegaron a nado al litoral. Una hora después eran arrestados en un puesto aduanero egipcio y entregados a los “marines” británicos.

Seguimos la narración, tal como la refiere Morgan desde el puente del “Valiant”.

  • “Alrededor de las 05:45 se me comunicó que el teniente De la Penne deseaba hablar conmigo. Ordené que le acompañaran a la sala de oficiales. Tan solo me dijo que dentro de poco tiempo se produciria una explosión. Negóse a decir si había fijado o no una carga explosiva al casco del buque. Por lo tanto, mandé que lo encerraran abajo otra vez y que se asegurasen todas las compuertas.
    De la Penne había abrigado la esperanza de permanecer más rato en las cubiertas superiores. El y Bianchi habian sido separados y cada uno de ellos comprendió que su suerte estaba sellada. De la Penne procuró consolarse pensando que el barco estaba condenado a hundirse.

  • “A las seis y cuatro minutos – sigue diciendo Morgan – tuvo lugar una explosión bajo la linea de flotación. No hubo bajas; pero a consecuencia de las averias el buque quedó fuera de servicio durante cinco meses”.
    Tanto Bianchi como De la Penne sobrevivieron a la explosión, que ocurrió bastante lejos del lugar donde estaban encerrados.

  • El buque sufrió un movimiento de retroceso – explica De la Penne -, Se apagaron todas las luces y la bodega no tardó en llenarse de humo. Yo estaba ileso, exceptuando una herida en la rodilla que me produje al caer. Abrí una escotilla por la que pensaba escaparme, pero era demasiado pequeña.
    La puerta se había salido de sus goznes a consecuencia de la explosión y De la Penne consiguió abrirla.

  • Trepé por la escalera y me dirigí a popa. No se veia a nadie. Después pase ante varios marineros y descubrí al capitan Morgan. Le pregunté que le había ocurrido a mi compañero…….
    Bianchi apareció a su vez sobre cubierta. Morgan y los dos prisioneros pudieron ver como otra carga estallaba bajo el “Queen Elizabeth” y cómo el otro acorazado descendia hasta tocar el fondo del puerto. Unos momentos más tarde estalló también el petrolero, lanzando carburante incendiado a centenares de metros de distancia. Después, los italianos fueron trasladados a un campo de prisioneros.

Aquellos seis hombres se habian apuntado el tanto más importante de la Décima Flotilla Ligera italiana. Pero no fue el último. Cuando Italia pidió el armisticio el 8 de Septiembre de 1943, la organización había hundido un total de veintisiete buques mercantes, un destructor, un crucero y dos acorazados;lo que equivale a un cuarto de millón de toneladas. Las hazañas de la Décima Flotilla siguen constituyendo un recuerdo histórico.

Esta historia tiene un prologo, escrito por el propio Morgan : “ En el mes de marzo de 1945 el principe heredero italiano vino a Tarento, donde yo ejercia mi mando de Almirante, para inspeccionar los buques e instalaciones italianas. Yo le acompañé a los cuarteles de San Vito, donde debia efectuarse un reparto de medallas. El primer oficial había de ser condecorado con la Medalla de Oro.
Después de leerse la citación, el teniente De la Penne avanzó hacia nosotros. El principe heredero dio media vuelta y me dijo :

  • Vamos Morgan, ahora le toca a Usted.
    Así tuve el placer y el honor de condecorar al tniente De la Penne con la distinción más preciada de su pais por el bravo ataque que efectuó tres años antes contra mi propio buque.

No estaba de más recordar las palabras : “ Al fin y al cabo, el valor carece de nacionalidad”

Procedimiento standar para la colocación de la carga explosiva.

Os recomendamos visitar el Artículo Técnico dedicado al “Maiale” que encontraréis en el apartado Técnico, sección Artículos Técnicos.

Fuentes: Principalmente del libro “diablos del mar” (original “KILLER SUBS”) Editorial MOLINO. 1965.
http://www.marina.difesa.it, http://www.regiamarina.net, http://www.museoscienza.org

Artículo realizado por Antonio Fierrez para U-Historia

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Ja,ja,ja :joy: … espero no haber generado mucha CRI :pray: :pray: :pray: :wink:

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CRI noooooo de eso voy ya sobrado…. Mas ansia por recibir el GAMMA :man_facepalming:t2::man_facepalming:t2::man_facepalming:t2::man_facepalming:t2::man_facepalming:t2::man_facepalming:t2:

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Muy bueno Oscar, gracias por tan interesante lectura y por este gran trabajo!

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