Bueno, amigos, pues tras dos meses “secuestrado” en douannes, por fin ha llegado el (ya no tan) deseado Tin-Tin bronce de Ali, con corazón Sellita-200. De momento sólo me ha proporcionado desvelos, alguna mala digestión, dolores de cabeza y un “arreo de cartera” no esperado. Pero primero la historia:
Cabe destacar que al principio, cuando me mandó el enlace mi amigo Super_8, descarté la compra por cara. ¿Gastarme 500€ en un reloj de AliExpress, por muy bronce que fuera?. ¡Ni de coña!. Porque el precio básico era de 358€ con una NH35, pero ascendía hasta 489€ con la Sellita 200. Pero según se acercaba el Black Friday, el precio bajó un poquito -sólo un poquito, ojo- menos del 5%. Pero fueron apareciendo descuentos…
Y gracias a un cóctel de cupones que me facilitaron Super_8 y Serperurru, conseguí bajar esos 489€ con el movimiento SW-200 hasta los… ¡284,42€!. Yo era feliz, por ignorante. Pensaba que ahí se acababa la cosa. Pagar y listo. Porque en Ali ya se pagaba IVA. O eso creía… ¡Los cojones!. Todavía me quedaba aprender que en Ali se paga IVA … ¡hasta los 150€!. A partir de ahí comienza el negocio de esos asaltantes de caminos con patente de corsario llamados agentes de douannes. ¡Cual no es mi -desagradable, muy desagradable- sorpresa cuando el día 26 de noviembre recibo un aviso de aduanas diciéndome que tenían un paquete mío desde el día 21 y que disponía hasta el ¡25 de noviembre! para enviar facturas, papeles y cristos varios para que no echasen para atrás el paquete.
Una práctica habitual de aduanas consiste en enviar las notificaciones para que lleguen siempre fuera de plazo y el asustado ciudadano se desviva por enviar toda la información -y más- tan pronto como le de la vida. Como ya me conozco esas mierdas, me tomé un día entero para digerir que podía tratarse de la broncínea pieza que esperaba. Me gusta amargarme un poco en estos casos, para adquirir un barniz de pragmatismo y hacer frente a la situación con estoicismo, cinismo y como si me diese igual. Cualquier cosa mejor que el puto pánico que quieren que tengas. Y me funciona. Y llamé para preguntar qué narices era ese envío. Cotejé datos, números de envío… Y efectiviwonder, era el Tin-Tin. 30 segundos en los que el vecino de arriba pudo comprobar que bajo mi reluciente carrocería de educación y cortesía también existe un malhablado conocedor de los peores tacos y de todo el santoral. Aclarada la garganta y un caramelo de menta después, ya tenía toda la documentación preparada, que envié escaneada mediante la web de “jódetepostales”. Como les conozco, llamé una hora después para comprobar que toda la info que les había mandado estaba allí y además OK. Me lo confirmaron amablemente pero no comprometiéndose a nada, of course.
Vale, te lo compro, “agente”, pero ahora la pelota está en tu tejado. Y bien que estuvo. Cogió hasta polvo.
Cada 48 horas comprobaba en la puta web que ¡nada cambiaba!. No recibía notificaciones de ningún tipo, cada semana llamaba el lunes y el viernes, consultaba hasta los SMS del móvil, ¡hasta tuvieron que cambiar las bisagras de mi apartado de correos, joder!… Y nada. Un agente llegó a decirme que lo pasaba a “urgente” a ver si me lo cogían antes, pero es que este año el Black Friday había sido apoteósico. Y así estuvimos, llamándonos como enamorados: Que si cuelga tú. No, cuelga tú. No, tú. Bueno, pero la próxima tú… Hasta que un día que iba a llamarles para cagarme en la concha de sus… Compruebo atónito que en mi bandeja de correo había un mensaje de los salteadores. Uno tiene sus principios y me negué mentalmente a pagar ese día. Lo hice al día siguiente, no sin mentar a las madres, padres y alguna tía segunda de esa gente. También a parte del santoral, donde hice alguna aportación personal fuera de programa.
Deciros que me salió por 94€, una tercera parte del cual iba en concepto del “servicio” que no había pedido, “tasa del agente” y del IVA de los mismos. Vamos, que a la ostia que te dan, hay que sumarle más de 30€ de “servicio” que no pides. ¿No podían pedir “solamente” la tasa con su IVA?. Aprovecho la ocasión para cagarme en esa gente, amén de desearles una enfermedad venérea que les dure años y años de dolor hasta que se los lleve la parca. Si hay algún forero que esté leyendo esto y pertenezca a ese “gremio”, por favor, búscate un trabajo honrado y deja de joder la marrana a la peña. Coño ya.
Ya calentado el tema y metidos en harina, vamos a por el tema que nos ocupa: El unboxing.
La verdad que el paquete es compacto y bien robusto.
Dentro, la caja que nos suena a todos va forrada de plástico de burbujas.
La primera caja con etiqueta de la casa. Tendré docena y media de cajas negras, sin membretes. Esta ya mola más:
Un vez abierta, se ve claramente que se han tomado su tiempo y medios para que todo llegue bien.
Las dos herramientas para el cambio de correa están perfectamente forradas para evitar roces no deseados. Una de ellas con plástico de burbujas y la otra con papel fino.
No preguntéis qué es lo que hay en el envase de la grafías chinas que no tengo ni idea. Si alguien lo sabe, que me lo diga. De momento no lo voy a abrir.
Una vez desnuda de su protección la segunda correa, creo que va a chupar más banquillo que Angoy.
Descubro con estupefacción que el reloj viene “envasado al vacío” como el jamón. Imagino que será por el tema del oxígeno y el bronce y los lugares donde vaya a estar almacenado. De todas formas, un 10 por la idea:
Un vez fuera, el reloj muestra todo su esplendor, por delante…
Y por detrás:
Cuando le das gas, lo pones en hora, compruebas la parada de segundero y te lo pones, ves que el reloj viste. Viste mucho. Y es chulo. Chulo hasta decir basta. Con reflejos…
Sin tantos reflejos:
Por detrás se ve que en la correa titular se han esmerado hasta el exceso.
Mola. Me he quedado muy satisfecho con esta compra, a pesar de haber quedado (muy) empañada por los chic@s de aduanas, que me lo han tenido secuestrado dos meses. Me lo pondré bastante.
Y eso es todo, compañeros. Si habéis llegado hasta aquí, os lo agradezco muchísimo. Dadle al like y suscribíos al canal,
Espero de corazón no haberos aburrido ni con mis neuras ni con mis detalles. Un saludo a todos.
Y, como decía aquel dictadorzuelo de California, “one more thing”:
Hasta otra, compañeros.